Por Rebecca Murray
ADEN, Yemen, ene (IPS) – Aisha, de 21 años, se aferra a sus dos hijos mientras relata su historia de horror. Creció en Mogadiscio, la capital de Somalia, donde se enamoró y, hace cuatro años, tuvo un hijo sin haberse casado. Cuando su familia la amenazó de muerte por haber destruido su “honor”, escapó
La joven se animó a realizar un peligroso viaje con contrabandistas, por el océano Índico hasta Yemen, hacia lo que ella creía sería una vida mejor.
En cambio, ahora Aisha y otras cuatro mujeres ocupan ilegalmente una vivienda en el tugurio de Basateen, en la sudoriental ciudad portuaria de Aden. Cada día piden limosna y, a menudo, se prostituyen por dos dólares el servicio. Luego dividen sus magras ganancias con su proxeneta.
“Solo quiero ir a un lugar más seguro para mis hijos. En otro país”, suspira Aisha.
Las redes internacionales de tráfico humano se expanden en Yemen, y con la pobreza como factor clave, las mujeres explotadas sexualmente son las víctimas más vulnerables.
Aunque el futuro de Aisha pueda lucir sombrío, su destino es mejor que el de una muchacha etíope de 17 años que falleció sola en un hospital de Haradh, en la frontera entre Yemen y Arabia Saudita.
Comprada y vendida dentro de la red de tráfico que opera en todo Yemen, la violaron y golpearon reiteradamente, hasta que murió. Ahora está enterrada lejos de su hogar y el traficante que la asesinó está libre.
“Entre 2011 y 2012 hubo un aumento significativo en el contrabando y el tráfico, así como en los casos reportados de violencia y abusos perpetrados contra recién llegadas”, dijo Edward Leposky, de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
En 2011, Acnur registró 103.000 nuevas llegadas a Yemen. Se trata del mayor influjo registrado desde que se empezó a documentar estadísticas hace seis años, y Leposky sospecha que en 2012 se produjo un aumento. Se cree que los números reales son muy superiores.
Las mujeres que inmigran, principalmente etíopes y somalíes, a menudo huyen de la pobreza y la violencia reinantes en sus países de origen. Pagan cientos de dólares para llegar a puntos de tránsito en Yibuti o Puntlandia (autoproclamado estado autónomo de Somalia), y también para ser trasladadas a Yemen en peligrosas embarcaciones hacinadas, cuyos trayectos pueden durar entre uno y tres días.
Su objetivo es llegar a estados del Golfo como Arabia Saudita, para allí poder trabajar. Pero en el camino suelen ser violadas por pandillas, asfixiadas por el hacinamiento o tiradas por la borda por contrabandistas, además de tomadas como rehenes por traficantes una vez que llegan a suelo yemení.
“La mayor parte del tráfico que vemos que ocurre aquí es el de quienes llegan del Cuerno de África a Arabia Saudita”, dice Eman Mashour, integrante del equipo antitráfico de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Yemen.
“Hay una red. Las mujeres pueden ser severamente explotadas por los traficantes. Las mujeres nos dijeron que a lo largo del camino mantenían relaciones sexuales con los contrabandistas”, plantea la experta.
La confirmación radica en las sombrías conclusiones del estudio “Desperate Choices” (elecciones desesperadas), divulgado en octubre por el Consejo Danés para los Refugiados y la Secretaría Regional de Migraciones Mixtas.
“Las redes delictivas se extienden por Etiopía, Yemen, Yibuti y Arabia Saudita”, según el informe. “Parece altamente probable que estas pandillas tengan contactos en otros países”.
Ciudadanas locales son víctimas del tráfico
Sin embargo, no todas las víctimas del tráfico sexual en Yemen son inmigrantes.
Los breves matrimonios entre jóvenes muchachas yemeníes y visitantes de los estados del Golfo (práctica comúnmente conocida como “turismo sexual”) son el resultado de la pobreza entre grandes familias yemeníes, principalmente en las áreas rurales.
“Adolescentes de incluso 15 años son objeto de comercio sexual en hoteles y clubes, en las gobernaciones de Sanaa, Aden y Taiz”, plantea el informe 2012 sobre tráfico del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos.
“La mayoría de los turistas (que buscan) sexo con niñas y niños en Yemen proceden de Arabia Saudita, y una cantidad más pequeña posiblemente llega de otras naciones de la región. Las muchachas yemeníes que se casan con turistas sauditas a menudo no se dan cuenta de la naturaleza temporaria y explotadora de estos acuerdos, y algunas son sometidas a tráfico sexual o abandonadas en las calles de Arabia Saudita”, agrega.
Leila, una víctima de otra clase de tráfico sexual, tenía 15 años cuando finalmente pudo esconderse en el refugio secreto de una mujer, ubicado en un tranquilo barrio de Sanaa.
Golpeada por su familia, Leila había escapado de su casa dos años antes, y vivía en las calles. Pronto una mujer mayor la recogió, llevándola a un burdel del vecindario.
Allí, las muchachas eran fotografiadas manteniendo relaciones sexuales como chantaje para hacer que se quedaran, les daban drogas y las obligaban a atender clientes por las noches. La mujer se embolsaba el dinero que les pagaban.
Leila y la mujer que trabajaba como su proxeneta fueron arrestadas justo cuando Leila estaba por ser traficada a Arabia Saudita.
Luego Leila pasó dos años en prisión por su “delito”. Su familia la repudió, acusándola de destruir su honor, y su hermano la amenazó de muerte.
Cuando personal de la Unión de Mujeres Yemeníes visitó la cárcel, Leila supo que existía el pequeño refugio de mujeres, una rareza en Yemen, y fue uno de sus primeros casos. Con ayuda psicológica y trabajos prácticos se le fueron pasando los días, y se quedó en el refugio hasta que el personal resolvió la disputa familiar.
El Código Penal de Yemen prevé 10 años de prisión para quienes participan en la compra o venta de seres humanos. Aunque reconoce la actual crisis política en el país, el informe del Departamento de Estado enfatiza que en 2012 faltaron esfuerzos gubernamentales para contrarrestar el tráfico.
“El gobierno de Yemen no fue capaz de brindar datos sobre la aplicación de la ley para contribuir con este informe, y tampoco instituyó procedimientos formales para identificar y proteger a las víctimas de tráfico o tomar medidas para abordar el tráfico con fines de explotación sexual comercial”, señala.
Nicoletta Giordano, directora de las actividades de la OIM en Yemen, alertó sobre la inactividad. “Hay un floreciente negocio de contrabando y tráfico. Es un negocio internacional… Muchos países occidentales se centran en los asuntos de la piratería, y la atención (que se debería dedicar) al contrabando y el tráfico quedan a mitad de camino”, dice.
Sería de interés para todos los países involucrados adoptar un enfoque más integral sobre el manejo de fronteras, para dar asistencia y protección a quienes las necesitan y para hacer frente a quienes puedan plantear una amenaza, según Giordano.
* Los nombres de las víctimas de tráfico sexual fueron cambiados para proteger sus identidades.
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