Combatir la destrucción ambiental y luchar contra el capitalismo

Rio sendo barrado

Por Jeferson Choma, em Lit-Ci

La contaminación ambiental es producto del sistema capitalista, cuya lógica es la ganancia por encima de todo.

El uso irracional de los recursos naturales ha provocado la destrucción del medio ambiente en proporciones gigantescas. Centrada en los lucros inmediatos, la explotación capitalista se mueve con una lógica de corto plazo, lo que es incompatible con el tiempo de recuperación de la naturaleza.

El resultado ha sido la contaminación del suelo, del aire y del agua, la devastación de los bosques tropicales, el aumento de la temperatura del planeta y el agotamiento de los recursos necesarios para la supervivencia humana.

Brasil y el medio ambiente

La sumisión del Brasil a la economía capitalista es lo que está por detrás de la destrucción del medio ambiente. La demanda cada vez mayor de materias primas provocó la expansión de la explotación minera y de los monocultivos de soja, caña de azúcar, eucaliptos, etc. El agro-negocio avanzó por toda la vegetación serrana y ahora se expande para la Amazonia. Ese avance hizo que el Brasil se tornase el mayor consumidor de agro-tóxicos del mundo. Por aquí, está permitida la utilización hasta de los agro-tóxicos que fueron prohibidos en otros países. El resultado es la contaminación de los alimentos, del agua y del suelo por sustancias químicas maléficas para la salud humana.

La expansión de la minería ha provocado efectos catastróficos. Además de la Ley Kandir[1], que exime de impuesto a la minería volcada a la exportación, el sector es beneficiado por la construcción de hidroeléctricas en la Amazonia, como Belo Monte. El objetivo es producir más energía para alimentar y expandir proyectos de minería de bauxita, hierro y manganeso. El proyecto, ahora, es construir en el río Tapajós cinco hidroeléctricas más, causando daños irreversibles a las comunidades que dependen del río para sobrevivir.

Solución neo-liberal “para salvar” el planeta

El Banco Mundial y los gobiernos están proponiendo soluciones que llevan a la mercantilización de la naturaleza. La mayoría de las ONGs sigue por esa vía al estimular “el consumo consciente” de productos con sellos de certificación. Así, responsabilizan al individuo y no al sistema capitalista por la destrucción ambiental.

Cuando era ministro de Medio Ambiente, Marina Silva procuró favorecer el “mercado verde”. Creó la ley de gestión de florestas públicas, que permite la privatización de los bosques, puestos a merced de la acción “sustentable” de madereras, industrias farmacéuticas y de la biopiratería. También firmó la ley que liberó el uso de los transgénicos.

En el Brasil, la mercantilización de la naturaleza se da a través de proyectos de Créditos de Carbono, llamados Reducción de las Emisiones por Desmantelamiento y Degradación Forestal (REDD). Los créditos son negociados en las Bolsas de Valores y entre empresas que, por medio de su compra, adquieren permiso para contaminar. O sea, bajo el capitalismo, la “sustentabilidad” se tornó una forma más de especulación financiera.

Lo más grave, según el líder seringueiro[2] Osmarino Amâncio, es que estos proyectos “imponen una serie de prohibiciones a los habitantes de los bosques, impidiendo que puedan hacer sus rozados, sacar madera para construir sus casas, ofreciendo en cambio una miseria”. Osmarino se refiere al pago de la Bolsa Verde, en promedio R$ 100 mensuales [menos de U$S 50], que acaba impidiendo las prácticas tradicionales realizadas por gente que nunca representó ningún tipo de amenaza al medio ambiente.

En defensa de nuestros recursos naturales

La mayor amenaza al medio ambiente, en particular a la Amazonia, son los grandes proyectos del gobierno a favor de las multinacionales y del agro-negocio. Es preciso impedir la construcción de otras hidroeléctricas en la región, así como la Ley Kandir, e impedir la biopiratería, revocando la ley de patentes.

No obstante, también es preciso impedir el dominio de las multinacionales sobre nuestros recursos naturales. Para eso, proponemos la creación de un monopolio del Estado sobre la explotación económica de los recursos forestales y minerales.

No a la privatización de la naturaleza! ¡Defender a los pueblos de la floresta!

La protección de los bosques depende principalmente de quien precisa de ellos para sobrevivir, como es el caso de los indígenas de las comunidades tradicionales. Es necesario defender a los pueblos de las florestas que están en la mira de los ruralistas. Estamos contra la PEC 215[3], que pretende transferir del Ejecutivo para el Congreso Nacional la demarcación y homologación de tierras indígenas y quilombolas[4] del país. ¡No a la PEC 215!

¡Homologación, ya, de los territorios indígenas y quilombolas!

También es preciso impedir el avance de la mercantilización de la naturaleza y revocar las leyes que privatizan los bosques, la minería y el agua.

Artículo publicado originalmente en Opinión Socialista, n.° 482, julio/agosto de 2014. Traducción: Natalia Estrada.

[1]La Ley Kandir reguló la aplicación del Impuesto sobre Circulación de Mercancías y Servicios de Transporte Interestatal, Inter-municipios y de Comunicación (ICMS, sigla en portugués). Una de las reglas de la Ley es la exención del pago del ICMS sobre las exportaciones de productos primarios y semi-manufacturados o servicios, para que los productos brasileños sean más competitivos en el mercado internacional. Fuente: Agência Senado – Senado Federal, Brasil.

[2] La seringueira es una planta nativa de la región de la Amazonia, de la que se extrae el látex para la fabricación de goma natural, caucho. Por tanto, los seringueiros son los trabajadores que extraen el látex de dicha planta, que resistieron el avance de los megaproyectos que devastaban los bosques y contaminaban los ríos con el agro-negocio, y que ya en las décadas de 1970 y 1980 eran hostigados y perseguidos por los grandes hacendados que querían colonizar esas regiones. Chico Mendes, acaso el mayor exponente en la defensa de los seringais, fue muerto junto con una centena de trabajadores en un enfrentamiento con los capangas de los latifundistas de la región amazónica brasileña próxima a Bolivia [N. de T.].

[3] La Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) 215 daría a los latifundistas y al agro-negocio la atribución, entre otras, de revisar tierras ya demarcadas en favor de los pueblos originarios [N. de T.].

[4] Comunidades libres de esclavitud, organizadas por esclavos negros fugitivos y sus descendientes, aunque también se dio el mestizaje con indígenas y con una minoría blanca [N.de T.].

Enviada para Combate Racismo Ambiental por Ruben Siqueira.

 

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