Cada día que pasa cobra más fuerza la idea de que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner responde a una agenda globalista que poco o nada tiene que ver con el discurso de barricada “antiimperialista” que vocifera para la tribuna.
La conformación de la UNASUR como ensayo de una gran provincia regional, el acercamiento constante al salvaje capitalismo totalitario chino, la restricción de las libertades personales a todo nivel, la polarización y radicalización de facciones en el electorado, la agenda eugenista (leyes abortistas, leyes de violencia de género, leyes de matrimonio homosexual) y la participación del gobierno en graves casos de tráfico de drogas (caso efedrina), entre otras cosas, dan cuenta de que el gobierno de Cristina de Kirchner sigue al pie de la letra una agenda globalista que responde a los intereses de una elite mundial.
En ese sentido, no sorprende entonces que el gobierno busque aliarse a Monsanto, como refleja el artículo de Fernando Bertello publicado en La Nación:
“El secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, impulsor de una cámara kirchnerista de exportadores de cereales para pequeñas empresas, cooperativas y con el sello “nacional y popular” que pregona el Gobierno, se salió de ese estricto libreto y logró sumar una multinacional a su creación. Se trata de la estadounidense Monsanto, una de las principales firmas de biotecnología, semillas y agroquímicos del mundo, que necesita exportar cada vez más para compensar sus importaciones.
La compañía decidió asociarse a la Cámara de Productores y Exportadores de Cereales y Oleaginosos (Capeco), la entidad promovida por Moreno para vender cereales al exterior y, en cambio, prescindió hacerlo en la Cámara de la Industria Aceitera-Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-Cec), donde están agrupadas las grandes multinacionales del rubro, como Cargill, Bunge, Dreyfus y ADM y Nidera, entre otras.
“Lo que estamos haciendo es tener una cuota para exportar maíz y elegimos a Capeco porque es más chica y hay exportadores que conocemos y con los cuales trabajamos”, confirmó a la nacion Pablo Vaquero, vicepresidente de Monsanto.
Como otras compañías, por la política que viene instrumentando el Gobierno, Monsanto necesita equilibrar sus importaciones de agroquímicos con exportaciones. Eso ya lo pudo hacer, por ejemplo, en gran parte con ventas al exterior de bolsas de semillas de maíz que se producen aquí para luego ser utilizadas en la campaña siguiente por los productores del hemisferio norte.
De hecho, según señaló Vaquero, por la sequía en los Estados Unidos, ese negocio que se hace en contraestación viene en alza y aumentó un 50% respecto del año pasado. De todos modos, la empresa requiere exportar más.
Monsanto estuvo con Moreno y consiguió hace unos meses que también la habilitaran para exportar el cereal que recibe de los productores en canjes por insumos. Antes colocaba el cereal que los productores le entregaban a través de otra empresa. “La idea de exportar tiene que ver con compensar importaciones y ofrecer a los clientes un mejor negocio [con los canjes por cereal]“, afirmó Vaquero. Un dato: en lo que va de 2012 Monsanto concretó exportaciones por 130.000 toneladas.
A imagen y semejanza
En marzo, Moreno le encomendó al ruralista ultrakirchnerista y delfín suyo, Ider Peretti, que fundara Capeco con pequeños operadores nacionales. “Mi corazoncito está puesto en Capeco”, destacó el secretario en varias reuniones con exportadores.
Hoy esa entidad tiene más de 140 socios, casi tres veces más que Ciara-Cec. Muchos de ellos son pequeñas firmas que exportan pocas toneladas y lo empezaron a hacer en medio de las importantes brechas de precios que permitió el Gobierno en favor de los exportadores con la intervención en cultivos como trigo y maíz.
Sin embargo, Capeco está lejos de ser una entidad estrictamente de pequeños operadores. Allí ya recaló la cooperativa Agricultores Federados Argentinos (AFA), y lo mismo hizo Aceitera General Deheza (AGD) de manera indirecta, a través de un establecimiento agropecuario de la familia Urquía, y también inició gestiones de agremiación la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), que en el último año fue la gran ganadora de la entrega de permisos de exportación para trigo y maíz.
Además, el grupo Los Grobo incorporó a la cámara kirchnerista a su controlada UPJ. Otras dos multinacionales, la norteamericana CHS y la brasileña Multigrain, sacaron turno para sumarse y, de esta manera, acompañar a Monsanto.
Capeco obtuvo de Moreno la exportación de cuatro millones de toneladas de maíz y un millón de trigo. Esto significa un negocio de más de 1000 millones de dólares para sus integrantes.
Según Vaquero, no hubo ninguna indicación oficial para que la compañía se sumara a la entidad. “Nos dijeron que se podía ir a cualquier cámara y que no había ninguna preferencia. Fue un tema de practicidad y porque [Capeco] es una cámara más chica, con menos requisitos”, explicó.
Monsanto tuvo que decidirse por una cámara porque, a diferencia de lo que se hacía antes, los pedidos de ROE para maíz y trigo ahora se canalizan vía una de las entidades, Ciara-Cec o Capeco.
Para entrar en Ciara-Cec una empresa debe ser apadrinada por otra compañía y pagar una cuota de ingreso de US$ 50.000. En cambio, para Capeco se abona una cuota anual de 15.000 pesos.
Pese al entusiasmo que Moreno y su delfín Peretti le pusieron a la cámara, hasta hace poco Capeco no estaba constituida formalmente como entidad. Además, allí no todos están contentos por el reparto interno de cupos. “Usaron dedómetro; repartieron miseria”, se quejaron en una empresa”.
El video data de Junio de este año y muestra a una Cristina de Kirchner muy orgullosa de sus acuerdos con Monsanto.
–
Enviada por Zuleica Nycz.