¿Desde cuándo la independencia chilena?
Hay en muchos países sudamericanos el prurito a de aparecer como uno de los primeros, si no el primero, en haber alcanzado la independencia política respecto al dominio español.
Chile es uno de ellos y para ello tuerce el real significado de los hechos. Así, proclama que alcanzó la condición de país independiente el 18 de setiembre de 1810. Por eso es que se halla festejando su “bicentenario”
Lo que en realidad ocurrió ese día es la instalación de una Junta de Gobierno, de carácter provisional “mientras durase el cautiverio del rey Fernando VII”, hecho originado en la invasión napoleónica a la península ibérica.
Tal como ocurrió con la “Junta Tuitiva” en Bolivia, la Junta chilena proclamó su fidelidad a la corona española y no llegó nunca a una separación del imperio español. La propia historiografía chilena así lo confirma.
Es cierto que a partir de la Junta empezó un largo proceso de afirmación de una ideología libertaria, cuya aplicación práctica empezó a cristalizarse con el acceso a posiciones de poder juntista del militar José Miguel Carrera en cuyo mandato ya se llegó a establecerciertas normas legales propias y crear algunas instituciones “nacionales”.
Pero el real hito que marca la independencia de Chile, es el 12 de febrero de 1818, fecha en que Bernardo O´Higgins Riquelme es nombrado Director Supremo de Chile, oportunidad en que “se declara formalmente” la independencia de ese país. Esto se produjo gracias a que, exactamente un año antes, el “Ejército de los Andes” liderado por San Martín venció a las fuerzas realistas en Chacabuco. El nuevo gobierno chileno de criollos, independiente, de O´Higgins se afirmó con la victoria de los patriotas en Maipú, el 5 de abril de ese mismo año.
La nación mapuche o araucana
De los mapuches o araucanos se ha dicho con la mayor razón histórica que en toda América es la única nación indígena que nunca fue sometida por los españoles o europeos. Admirablemente permanecieron independientes por más de 260 años, durante los cuales supieron mantener formas de equilibrio militar frente a quienes buscaron dominarlos. Las guerras que libraron fueron siempre de sobrevivencia y por eso, masivas, populares. Se comportaron siempre como una raza militar, con espíritu guerrero, donde no había diferenciación entre militares y civiles.
La historia de la nación mapuche ha sido escamoteada, ocultada y silenciada y hasta negada en la historiografía oficial chilena; lo cual no es raro porque igual ocurrió con las naciones andinas del Perú. Las historias oficiales siguen esa tendencia de identificar la historia de nuestros países con la historia de los invasores, de los vencedores, de los dominadores.
Antigua etnia, provino –según algunas explicaciones- de la selva amazónica a través del Chaco paraguayo y la pampa argentina. Durante la mayor parte de su existencia estuvo conformada por cazadores, recolectores y horticultores.
De acuerdo a la ocupación territorial se subdividìan en “gente del norte” o “Picunches” por estar al norte del rio Maule; los araucanos o “gente del oeste”; los “huiliches” o “gente del Sur”; los “cuncos” que ocupaban la región de Chiloé y los “pehuenches” de la pampas patagónicas.
Interesa esa subdivisión para señalar que solo los “Picunches” llegaron a ser integrados al Imperio Incaico, durante el mandato de Túpac Inca Yupanqui. Después de la Batalla de Maule sin vencedores ni vencidos, se fijó el río de éste nombre como límite fronterizo (cerca de la actual ciudad de Talca más al sur de Santiago). Desde ese límite se defendieron de incas y españoles.
Más tarde,después de abatir al imperio incaico,los españoles llegaronintentando someter también a los mapuches. Millón y medio de indígenas araucanos libraron la larga “Guerra del Arauco”.
Lautaro, líder mapuche sostuvo el primer enfrentamiento triunfante con los hispanos en Quilacura (1546). Cuatro años después Pedro de Valdivia es enviado por Pizarro para conquistar la nación Mapuche. Luego de muchos encuentros tiene lugar la gran batalla de Tucapel, en la que Valdivia es tomado preso y ajusticiado, como cuenta Alonso de Ercilla en el poema épico “La Araucana”, clásico de la historia americana.
Otros líderes toman sucesivamente la posta. Galvarino, Caupolicán y Pelantaro, hasta que –sin cesar en la lucha- Lientur y Butapichon firman un tratado con los españoles en Quilin el 6 de enero de 1641, dando fin a una guerra de 91 años. Ese tratado (“Parlamento” le decían) reconoce la independencia del territorio y pueblo mapuches, como no perteneciente a la Capitanía General de Chile, sino relacionados directamente con la corona como nación independiente. Esa larga guerra costó un millón de muertos.
Los hispanos violan recurrentemente los acuerdos y después de un segundo periodo de guerra, se realiza el “parlamento de Negrete” (13 de febrero de 1726) por el cual se ratifica la frontera de BioBio, se pacta una independencia relativa y se confirma la sujeción de la nación mapuche a la corona española.
Durante el periodo republicano la nación mapuche no perdió su identidad y mantuvo su accidentada existencia hasta nuestros días. Intolerancia, exclusión y soterrada discriminación dirigida al exterminio y desaparición de los mapuches han sido una de las constantes políticas durante toda la historia republicana de Chile.
Chile, hoy
Después de 200 años de accidentada vida independiente, nuestro vecino “pelinco” y usurpador de territorios de países limítrofes, muestra una sociedad dominante que busca desaparecer a la “gente diferente”, es decir a los pueblos originarios, indígenas, que aún habitan su territorio. Entre ellos está una parte de la nación aimara, asentada en espacios que fueron del Perú y de Bolivia, y están los mapuches, la mayor nación indígena de Chile.
Chile se ufana de ser país criollo, europeo (preferentemente alemán), cristiano occidental. Se dice civilizado pero trata de acabar con los indios. Se autoproclama un país “diverso e integradoque promueve la cultura de la tolerancia y la no discriminación, los diálogos interculturales y la inclusión de la comunidades discriminadas”, pero no solo mantiene sino que ha avivado recurrentes políticas de postergación contra ese antiguo y valiente pueblo indígena.
Según el Censo de Chile de 2002, existían 1.281.651 mapuches, aproximadamente. Es una nación existente y actuante. Ha venido luchando por su autonomía basándose en el principio internacional fundamental de libre determinación de los pueblos.
En la actualidad, además de la recuperación de tierras ancestrales, luchan por el autogobierno, el que “además de constituir un proceso legitimo e imprescindible es la medida apropiada para adoptar las decisiones propias que afectan al pueblo mapuche y asimismo garantizar, salvaguardar y hacer respetar los derechos territoriales y los recursos del suelo y subsuelo que están seriamente amenazados”, según reza un muy difundido comunicado de sus representantes.
Recientemente, las políticas de exclusión, desaparición y persecución de los mapuches por los gobiernos chilenos se han hecho patentes en recientes disposiciones legales “antiterroristas”, bajo la acusación de que las FARC colombianas han entrenado combatientes mapuches.
Ya concita la atención mundialla huelga de hambre por la recuperación de tierras y contra las normas “antiterroristas” (pero en realidad “antimapuches”) que lleva ya poco más de 70 días por parte de 34 mapuches en distintas cárceles de Chile. Frente a ese hecho que marca y empaña la serie de festejos, el presidente Piñera en su discurso central de la Plaza de Armas de Santiago con motivo del bicentenario, en un esfuerzo por amenguar los efectos político-sociales de la huelga, ha ofrecido invertir más de 4 mil millones de dólares en las regiones mapuches y establecer –por fín- una mesa de diálogo para discutir las pretensiones de la nación indígena.
Un gran movimiento de apoyo a la causa mapuche atraviesa la misma sociedad chilena y americana. Indígenas de distintos países, intelectuales, sacerdotes de variadas creencias, se han puesto de pie a favor de los mapuches.
Tendrá que darse el triunfo de esa causa indígena americana.
http://www.losandes.com.pe/Opinion/20100921/41147.html