El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México, por Eckart Boege (para baixar)

mulher indígena mexicanaCDI – Introducción, por Eckart Boege

Para desarrollar el concepto de patrimonio biocultural de los pueblos indígenas es imprescindible clarificar la dimensión de la territorialidad de los pueblos indígenas en un espacio determinado. Así, desglosamos el patrimonio biocultural de los pueblos indígenas en los siguientes componentes: recursos naturales bióticos intervenidos en distintos gradientes de intensidad por el manejo diferenciado y el uso de los recursos naturales según patrones culturales, los agroecosistemas tradicionales, la diversidad biológica domesticada con sus respectivos recursos fitogenéticos desarrollados y/o adaptados localmente.

Estas actividades se desarrollan alrededor de prácticas productivas (praxis) organizadas bajo un repertorio de conocimientos tradicionales (corpus) y relacionando la interpretación de la naturaleza con ese quehacer, el sistema simbólico en relación con el sistema de creencias (cosmos) ligados a los rituales y mitos de origen (Toledo et al., 1993; 2001). En las regiones bioculturales se generan diversos paisajes entre la vegetación natural y los agroecosistemas a veces itinerantes de la actividad agrícola.

Si consideramos que la mayoría de los agricultores a nivel mundial practican la agricultura tradicional, no se trata de un tema irrelevante en el problema de la crisis ambiental nacional y mundial provocada por la sociedad dominante y que involucra decididamente a las sociedades subalternas. Postulamos aquí, junto con Toledo et al. (2001) —y adelantamos conclusiones—, que los pueblos indígenas de México son clave para generar un nuevo modelo de sociedad, donde se intenta afrontar la crisis civilizatoria y ambiental a nivel mundial.

Revisando la importancia biológica de los principales territorios indígenas, se estima que alcanzan entre 12 y 20 por ciento de las áreas del planeta bajo manejo humano (Toledo et al., 2001). Este enfoque implica que los pueblos indígenas y sus organizaciones se replantean las políticas territoriales y públicas. El presente trabajo tiene como finalidad aportar información básica para diseñar una estrategia nacional de conservación, desarrollo y custodia de la biodiversidad y agrobiodiversidad mesoamericana.

Cabe destacar que la crisis ambiental o “déficit ecológico” renovado e intensificado por la globalización de la economía, se podría medir en las cuentas nacionales anuales mediante el balance entre la capacidad biológica de regeneración para mantener los servicios ambientales básicos en un nivel determinado y la pérdida anual misma; pero si la tendencia persiste, será cada vez más crítica. Por ejemplo, si hacemos el balance anual entre lo que se usa y destruye de los recursos bióticos y lo que se repone, en octubre de 2006 la Tierra rebasó la capacidad biológica para recuperarse. El siguiente “ciclo anual” inicia en condiciones precarias (Footprint network, 2006) el deterioro se va acumulando, reduciéndose así las posibilidades de la biorregulación de la vida en el planeta.

En la actualidad, 45 por ciento de los ecosistemas naturales del mundo están severamente impactados y han dejado de ser funcionales, el restante 55 por ciento sostiene los servicios ambientales para la vida del planeta y se calcula que para 2025 la cifra anterior será sólo de 30 por ciento (Ramos, 2004). Al respecto, Vitousek y colaboradores (1997) señalan que la economía humana se apropia de 25 por ciento de toda la producción primaria neta (microorganismos, plantas y animales) generada mediante fotosíntesis en la tierra y en el mar. En la parte terrestre afirman que esta cifra llega a 40 por ciento. En estos momentos en que los procesos de globalización entran en nuevas etapas de “descreme” y destrucción de áreas de vegetación natural, se realizan estudios con más información de la que disponían Vitousek y colegas.

En efecto, Haberl et al. (2007) utilizan todo tipo de información proveniente de los sistemas de información geográfica para concluir que la dominancia humana y la transformación del uso de la tierra en los ecosistemas terrestres ha sido considerable, de manera que se aprecian cambios sustanciales negativos en los ciclos biogeoquímicos que impactan la habilidad de los ecosistemas para proporcionar los recursos ambientales necesarios para la reproducción de la vida y de los propios humanos. Incluso, advierten que con esta perspectiva hay que observar con cautela la sustitución en apariencia sustentable de los energéticos de origen fósil por biomasa, en caso de que las grandes plantaciones —cuyo objetivo sería acaparar energía fotosintética— sustituyan los bosques y selvas primarias (vegetación natural en ecosistemas poco intervenidos) y secundarias (vegetación natural intervenida por el hombre o por un fenómeno natural, en regeneración en diversas fases sucesionales).

En esta situación, ¿qué les corresponde a los pueblos indígenas? El alto índice de deterioro ambiental en el México contemporáneo vaticina una drástica reducción de los recursos naturales en las primeras décadas del siglo XXI El deterioro ambiental no sólo implica pérdida de biodiversidad, sino también la aceleración de los procesos de desertificación, pérdida de suelos, incapacidad de captación de agua, salinización de suelos por riego inadecuado, pérdida de reservas de agua fósil, intrusión de agua salina en las costas, deterioro o desaparición de lagunas costeras, contaminación creciente y aguda de agua y suelo; en resumen, la salud y funcionalidad de los ecosistemas, y con ello la degradación de los recursos ambientales, básicos para la supervivencia humana y del país.

cactusRespecto a la pérdida de vegetación primaria, una investigación reciente evaluó la reducción a partir de un estudio comparado con datos de los años de cobertura de vegetación recolectados por el inegi en el año 1993 y en el 2002 (Semarnat). Siguiendo el modelo, Velázquez et al. (en prensa) destacan que el deterioro de los bosques y selvas es tal que en 2020 sobrevivirán en México sólo 30 por ciento de los bosques primarios; según nuestro estudio, ya estamos en esta situación en los territorios de los pueblos indígenas.

Los indígenas no destruyen la vegetación primaria más aceleradamente que otros sectores sociales. Lo que sucede es que el modelo general de Velázquez se basa en la evaluación de toda la vegetación primaria de México, incluyendo desiertos y semidesiertos, siendo que la mayor parte de los territorios indígenas no se encuentran en esos ecosistemas. La tendencia de deterioro de la vegetación primaria se acentúa en orden de uno a tres para las selvas tropicales.

Los orígenes multicausales del deterioro implican respuestas múltiples. Por ello, la crisis ambiental debe ser entendida sobre una base de aproximaciones diferenciadas según la evaluación de un amplio espectro de variables: culturales, sociales, económicas, políticas y ecológicas. La interacción entre las ciencias sociales y las biológicas adquiere relevancia para estudiar estos sistemas complejos. Si bien el mercado globalizante y el uso generalizado de la energía alinea y aliena a las entidades ecológico-culturales que actúan en pequeñas escalas, las respuestas multipolares deben partir de acciones pluriculturales (Leff, 1998).

Ante la importancia y los aportes de los territorios de los pueblos indígenas a la biodiversidad, los ecosistemas y sus recursos ambientales, pensamos que sin la incorporación de los pueblos indígenas a las estrategias de conservación y desarrollo de las políticas públicas, México no podrá cumplir con los propósitos comprometidos en la Convención de Biodiversidad en sus versiones de Río de Janeiro y de Johannesburgo, y de las conferencias subsiguientes para contribuir al desarrollo sustentable.

Cientos de trabajos científicos han documentado el conocimiento ecológico tradicional, mismos que se refieren a tecnologías, saberes y experiencias en el manejo de los recursos naturales, instituciones de acceso y prácticas simbólicas al interaccionar con la naturaleza. Estos trabajos con frecuencia destacan los procesos adaptativos y dinámicos de las culturas a los distintos ambientes o paisajes naturales.

Las investigaciones permiten desarrollar una teoría y práctica biocultural (Oviedo et al., 2000) a la crisis planetaria del medio ambiente. En otras palabras, esta manera de pensar implica que la sociedad en su conjunto reconozca que la conservación de la biodiversidad debe estar relacionada con la diversidad cultural de los pueblos indígenas. Lo “tradicional” de los pueblos indígenas se refiere aquí a cómo es adquirido o usado el conocimiento por las culturas únicas de los pueblos indígenas, incluidas las diferencias de grupos de edad y género. El enfoque biocultural para la conservación y el desarrollo sustentable alrededor de los pueblos indígenas es estratégico para países megadiversos como México.

El concepto biodiversidad es muy reciente, pero no así las prácticas de su uso por parte de los pueblos indígenas. La convivencia con la biodiversidad regional ha hecho que esas comunidades probaran, desecharan o desarrollaran el uso de plantas, insectos y animales como alimento, medicina, vestimenta, limpieza corporal o vivienda. Por esta razón, los pueblos indígenas y las comunidades locales han sido reconocidos como sujetos sociales centrales para la conservación y el desarrollo sustentable en el artículo 8j del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), así como en las respectivas Conferencias de Partes post Río de Janeiro, de las cuales México es signatario.

Cabe recordar que el mencionado artículo señala que cada una de las partes signatarias tiene obligatoriamente que integrar en su legislación nacional el respeto, la preservación del conocimiento, las innovaciones y prácticas, y los estilos de vida relevantes para la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad (Oviedo et al., 2000).

milhosMéxico es uno de los 12 países megadiversos del mundo que albergan entre 60 y 70 por ciento de la biodiversidad total del planeta (Mittermeier y Goettsch, 1992) y por ello tiene un estatus especial tanto en la conservación de las especies como de los ecosistemas. Myers et al. (2000) ubican al país dentro de las áreas críticas amenazadas (hot spots) a nivel mundial. Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Guerrero y Michoacán concentran la mayor diversidad a nivel nacional y también tienen la mayor presencia de pueblos indígenas. Por ello, una de las líneas estratégicas para el manejo sustentable de los recursos naturales (biodiversidad, suelos, recursos hídricos, servicios ambientales) que se proponen en este trabajo es el reconocimiento de los pueblos indígenas como sujetos sociales centrales para la conservación y el desarrollo a nivel nacional.

En efecto, la añeja experiencia de los pueblos indígenas como operadores de los ecosistemas contiene una energía social importante para frenar el deterioro social, cultural y ambiental en los procesos de globalización tal como se presentan en la actualidad.

Los campesinos con influencia mesoamericana y los pueblos indígenas intervienen tanto en las áreas naturales protegidas como fuera de ellas. La experiencia indica que cuando se presentan condiciones políticas y sociales adecuadas, la protección indígena y campesina de los recursos naturales por medio de paisajes manejados es relativamente eficiente en algunas áreas del país. Así lo consignan los manejos forestales comunitarios en la Sierra de Juárez, Oaxaca, en Quintana Roo, Durango y Michoacán, entre otros. Varias regiones consideradas prístinas desde el punto de vista biológico son paisajes en donde interviene directa o indirectamente la mano de la cultura humana, modificando las relaciones entre especies, comunidades vegetales y animales, en los ecosistemas y los servicios ambientales en su conjunto.

En este trabajo se analiza la importancia de los pueblos indígenas respecto a la cubierta de vegetación primaria y secundaria, a la diversidad biológica y agrobiodiversidad del país, así como en el tema de los servicios ecosistémicos (como el caso del agua, la conservación de la diversidad biológica o captura de carbono, mantenimiento de los suelos, etcétera) que aportan sus territorios. Con ello hacemos hincapié en un tema central para la sobrevivencia del país: la generación de estrategias nacionales para fortalecer las comunidades de los pueblos indígenas en sus prácticas de conservación biocultural in situ.

En síntesis, queremos aportar un sistema de información ambiental centrado en el reconocimiento de los pueblos indígenas, en sus comunidades, ejidos y pequeña propiedad, es decir, en sus organizaciones, como actores fundamentales para la conservación de la biodiversidad y agrobiodiversidad que se encuentra en sus territorios.

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LIBRO ELECTRÓNICO


EL PATRIMONIO BIOCULTURAL DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE MÉXICO. HACIA LA CONSERVACIÓN IN SITUDE LA BIODIVERSIDAD Y AGRODIVERSIDAD EN LOS TERRITORIOS INDÍGENAS.

El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de MéxicoBoege Schmidt, Eckart. Colaboradores Georgina Vidrales Chan… [et al.]. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2008. 344 p.: fotos, mapas, il.; 28 cm. Primera edición 2008. ISBN: 978-968-03-0385-4

Í N D I C E – DESCARGA POR CAPÍTULOS

> De la conservación de facto a la conservaciónin situ (PDF / 0.8 mb)
> Regiones, territorio, lenguas y cultura de los pueblos indígenas (PDF / 7.0 mb)
> Construyendo las regiones bioculturales prioritarias para la conservación in situ y el desarrollo sustentable (PDF / 1.9 mb)
> La cubierta vegetal y el uso del suelo en los territorios de los pueblos indígenas (PDF / 3.1 mb)
> Las regiones bioculturales para la conservación y desarrollo de la biodiversidad (PDF / 3.0 mb)
> Las regiones bioculturales según los inventarios de la diversidad biológica domesticada y semidomesticada (PDF / 14.9 mb)
> Tejiendo la red biocultural de conservación y desarrollo. Las experiencias de reapropiación de los recursos naturales por los pueblos indígenas (PDF / 2.2 mb)
> Bibliografía (PDF / 0.6 mb)
> Anexos (PDF / 0.4 mb)

Enviado por Ricardo Verdun.

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