Enrique Alfonso Rico Cifuentes (especial para ARGENPRESS.info)
Sobre diversos acontecimientos actuales, recibimos un constante bombardeo a través de los poderosos medios de comunicación nacionales e internacionales, los cuales nos presentan una sola versión de los hechos, muchas veces parcializada o tergiversada, con la que se nutre mentalmente a la mayoría de la población. Ésta “no tiene tiempo” o no le interesa investigar otras versiones sobre tales asuntos y toman aquélla como la única verdad, que repiten casi de manera mecánica y emocional, sin ningún tipo de análisis. Así se crean, lo que llaman algunos analistas, sólidas matrices de opinión (o en lenguaje coloquial: fuertes prejuicios) y profundos amores u odios respecto a personajes, países o modelos económicos, sentimientos que se cierran con enormes cadenas, impidiendo, de manera furibunda, la entrada de cualquier otra versión.
Dicho bombardeo mediático no es casual o consecuencia del capricho o error de un medio de comunicación. Corresponde a una estrategia, no sólo de tales medios, sino también de las grandes empresas transnacionales, que son sus reales propietarios, y de los respectivos gobiernos que las apoyan. Todos ellos consideran que son los únicos dueños del mundo, de la “democracia”, de la “libertad de expresión” y de la “verdad”, y no toleran que ningún otro poder, gobierno o país, adversos a sus intereses, puedan surgir, manifestarse o construir un modelo diferente de desarrollo. Por lo tanto, trazan y ejecutan planes para combatirlos mediante operaciones de guerra psicológica, sabotajes económicos o acciones de desestabilización interna, para que se conviertan en naciones o regiones “ingobernables”, “violadoras” de los derechos humanos, y que exigen destitución “legal”, “constitucional”, de un gobernante, o una “intervención humanitaria” de fuerzas extranjeras (ONU, OTAN, Estados Unidos, Francia, Inglaterra) para “salvar” a ese país de las garras de la “dictadura” en que vive.
Dentro de estos planes se encuentra lo que se ha llamado, en los últimos tiempos, la guerra mediática, la cual forma parte de la nueva estrategia de los imperios, para hegemonizar su poder en todo el bloque terráqueo, con el propósito de producir un mínimo de resistencia de sus oponentes o la desaparición de ella. También, presentaremos algunas pautas para tratar de contrarrestar la guerra mediática, mediante estrategias comunicacionales democráticas y comunitarias. Es lo que intentaremos analizar someramente en este breve ensayo que, seguramente, será incompleto y planteará nuevos interrogantes.
Guerra de cuarta generación
La guerra mediática es parte integrante de lo que algunos teóricos contemporáneos de la guerra llaman “guerra de cuarta generación”. Ésta es una “denominación dentro de la doctrina militar estadounidense que comprende a la Guerra de guerrillas, la Guerra asimétrica, la Guerra de baja intensidad, la Guerra Sucia, el Terrorismo de Estado u operaciones similares y encubiertas, la Guerra popular, la Guerra civil, el Terrorismo y el Contraterrorismo, además de la Propaganda, en combinación con estrategias no convencionales de combate que incluyen la Cibernética, la Población civil y la Política. En este tipo de guerras no hay enfrentamiento entre ejércitos regulares ni necesariamente entre Estados, sino entre un estado y grupos violentos o mayormente entre grupos violentos de naturaleza política, económica, religiosa o étnica… El término se originó en 1989 cuando William Lind y cuatro oficiales del Ejército y del Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos titularon un documento: “El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generación”. Ese año, el documento se publicó simultáneamente en la edición de octubre del Military Review y la Marine Corps Gazette. Está relacionada con la Guerra asimétrica y la Guerra Contraterrorista” (http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_cuarta_generaci%C3%B3n).
Es decir, la guerra mediática está en coordinación con los otros componentes de la guerra de cuarta generación, señalados en el párrafo anterior. Aunque su énfasis está en la guerra psicológica y la propaganda calumniosa contra el considerado enemigo, se combina con las acciones desestabilizadoras de orden económico y político, la violencia de grupos armados antigubernamentales (generalmente mercenarios extranjeros, que utilizan también mercenarios nacionales) como antesala de la intervención masiva extranjera. Se busca, entonces, que la mayoría de la población nacional e internacional acepte como “necesaria” dicha intervención para “salvar” al país, “rescatar” la democracia, las “libertades” individuales y los “derechos humanos”. Lo que se pretende, en verdad, es apropiarse de los recursos naturales, del “capital” humano y demás bienes del país invadido, y someterlo a la órbita de los imperios.
Guerra psicológica
Como parte esencial de la guerra mediática, la guerra psicológica se desarrolla, principalmente, a través de los grandes medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales. Éstos tienen gran preponderancia en el mundo contemporáneo. Como lo expresa el especialista en comunicación JESÚS MARTÍN-BARBERO, “el proceso de comunicación se produce entre un emisor omnipotente y un receptor pasivo” (1997, p. XIV), y los medios de comunicación “constituyen el eje de la industria cultural ya que es en ellos donde las mayorías son conformadas culturalmente” (1997, p.4). Por la transnacionalización de la economía capitalista y el desarrollo tecnológico, “las tecnologías de comunicación tienen un papel no sólo difusor sino constitutivo en la redefinición del Estado y la remodelación de las identidades” (1997, p. 11) y, por consiguiente, de las matrices de opinión y de la uniformidad cultural que se pretende imponer.
En cuanto a la guerra psicológica como tal, ésta es definida, por el filósofo y militar soviético DMITRI VOLKOGONOV, como el conjunto de acciones, del imperialismo y sus agentes, en cuanto a desinformaciones, amenazas, mentiras, con el fin de crear pánico psicológico y manipular la conciencia de personas y pueblos, frente a un adversario, para que éste dé pasos que debiliten su potencia espiritual y material (1986, p. 42). Es una “agresión contra la capacidad de razonamiento del ser humano” (1986, p. 47) y “siembra en la conciencia social enemistad, desconfianza y exasperación” (1986, p. 9). Se apoya en la creencia de que “la mayoría de la gente se guía sólo por las emociones y los impulsos”, como lo afirma el filólogo y politólogo norteamericano NOAM CHOMSKY (2000a, p. 15).
Ya en 1944, el mando hitleriano, según Volkogonov, “afirmaba que la parte más vulnerable del hombre es su psicología, el aspecto sensitivo. Por eso se pueden lograr mayores éxitos dirigiéndose a los sentimientos y no a la conciencia en general” (1986, p. 40). El político nazi JOSEPH PAUL GOEBBELS (1897-1945), Ministro de Propaganda y “Educación Popular” (1933-1945), lanzó la famosa frase:“Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad” (http://www.retoricas.com/2011/05/los-11-principios-de-la-propaganda-j.html). Goebbels expresó otros principios de su táctica de “propaganda”, que encontramos en esta misma página web: “Principio de la exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave… Principio de la vulgarización: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar… Principio de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias… Principio de la silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines”.
Una propaganda similar a la de Goebbels y sus amigos ya la habían lanzado antes representantes de la “democracia liberal”: la Administración Wilson (Estados Unidos, 1916) y el gobierno británico de la época, para despertar en sus pueblos el odio a los alemanes e inducirlos a la Primera Guerra Mundial y transformarlos, así, de pacifistas en belicistas. “Fue una lección que aprendieron Hitler y muchos otros y que todavía se sigue”; lo expresa Chomsky (2000a, p. 11).
Tales principios son aplicados, con frecuencia y al pie de la letra, por parte de numerosos líderes actuales de la “democracia” y la “libertad de expresión”, para quienes es propio del “mundo libre”, de la “libertad de prensa”, el manipular y engañar a la opinión pública. De esta forma, se resaltan, se maximizan y se repiten constantemente los errores, por pequeños que sean, de los adversarios de los poderes tradicionales, y se minimizan u ocultan sus aciertos o valores positivos, así éstos sean significativos. Así mismo, se utilizan y se divulgan masivamente imágenes y estadísticas falseadas de dirigentes o gobiernos que están realizando esfuerzos auténticos de construcción de una verdadera democracia popular, presentándolos como “populistas”, “dictadores”, “corruptos”, “asesinos”, “torturadores”, porque ellos, en verdad, representan peligros reales para los dueños del mundo y su política de libre saqueo del planeta Tierra.
HERBERT SCHILLER, profesor de la Universidad de California, en su libro Manipuleo de la conciencia, señala que “únicamente mediante el fenómeno psicológico Occidente puede intentar el manejo de la conciencia de naciones y pueblos” (citado por Volkogonov, 1986, p. 41). En la obra Pedagogía del Oprimido (1968), el pedagogo brasileño PAULO FREIRE (1921-1997) señala que las élites dominantes utilizan como medio de conquista, para la manipulación de las mentes de las masas oprimidas, “una propaganda bien organizada, o por lemas, cuyos vehículos son siempre denominados ‘medios de comunicación de masas’, entendiendo por comunicación el depósito de este contenido enajenante en ellos” (2006, p. 183; ver, también, págs.184-198). Se lanza tal propaganda con el fin de dividir a las masas y hacer que éstas piensen como los opresores, y así no se rebelen y puedan seguir siendo manipuladas.
El profesor YRNE GIL, en su artículo “Estamos viviendo una guerra de Cuarta Generación”, manifiesta: “Un ejército invisible se está apoderando de su mente, de su conducta y de sus emociones. Su voluntad está siendo tomada por fuerzas de ocupación invisible sin que usted sospeche nada. Las batallas ya no se desarrollan en espacios lejanos, sino en su propia cabeza. Ya no se trata de una guerra por conquista de territorios, sino de una guerra por conquista de cerebros, donde usted es el blanco principal” (citado por Lobo, 2009, edic. Internet). En el mismo sentido, Chomsky afirma que “la imagen del mundo que se presenta al público tiene muy poco que ver con la realidad. La verdad del asunto se encuentra enterrada bajo un cúmulo de mentiras” (2000a, p. 25).
Vemos, entonces, cómo la guerra psicológica es un poderoso instrumento que han utilizado gobiernos y grandes medios de comunicación masiva para imponer sus criterios, infundir miedos, suscitar odios, inducir a actitudes inhumanas, hacer pensar a las multitudes como piensan los dueños del poder y así defiendan enérgicamente los intereses de éstos.
Guerra ideológica
La guerra psicológica está acompañada de una guerra ideológica, que busca desprestigiar al enemigo mediante el bombardeo de ideas o imágenes negativas y repulsivas acerca de él. Para el capitalismo internacional y sus poderes mediáticos, el enemigo principal, hoy en día, no son el narcotráfico o el terrorismo (de los cuales son promotores directa o indirectamente), sino el socialismo en general, o los intentos de construcción socialista en varios países llamados “emergentes”, sobre todo en América Latina. Por eso, desatan una intensa y continua guerra mediática, psicológica e ideológica, contra cualquier régimen que intente construir un modelo diferente al capitalismo. De ahí que es necesario desacreditar al sistema socialista como tal, no mediante la confrontación de ideas, sino con la propaganda falsa de sus postulados, manifestaciones y aplicaciones.
Entonces, falseando el sentido original del socialismo y las prácticas auténticas socialistas, se divulga, a menudo, con la finalidad de infundirles miedo a los pueblos en general, que dicho sistema: Trae miseria, reparte pobreza, no riqueza. Es enemigo de la propiedad privada y le quita a la gente su vivienda y demás bienes, “todo es del Estado, hasta los hijos”. Elimina la libertad y los derechos individuales; los individuos no tienen poder de decisión, deben hacer lo que imponga el Estado y su clase burocrática (“nuevos ricos”). Desaparece la libertad de expresión, de prensa y de pensamiento; se establece el totalitarismo, el pensamiento único socialista y la dictadura de la nueva clase dominante. Por lo tanto, socialismo y democracia son opuestos; se presenta la democracia sólo como democracia representativa (posibilidad de elegir gobernantes y representantes) y no se habla (o se habla a medias) de democracia participativa, popular, protagónica, poder popular, pues éstos últimos son “ideas comunistas”, diabólicas. Es decir, la palabra “comunista” equivale a satánico, demoníaco, y esto se ha inyectado en el cerebro de mucha gente y permanece allí invariable.
Además, se argumenta que “el socialismo fracasó” en la Unión Soviética, Europa Oriental, China, Vietnam, Corea del Norte, Cuba y, ahora, en Venezuela. Es un “sistema fallido”, imposible de llevar a cabo porque va “contra la naturaleza humana”, la cual conlleva, de por sí, los valores capitalistas, individualistas y el derecho sagrado de propiedad privada sobre los medios de producción. Por ejemplo, se dice que en Venezuela, en concreto, el socialismo está sumido en una “profunda crisis” (idea que repiten constantemente, con argumentos débiles, los poderosos medios de comunicación) y se ocultan o se tergiversan premeditadamente los logros democráticos y populares, de bienestar general de la población, de los últimos 15 años.
Por otra parte, “la ideología norteamericana del consumo se extrema por todo el mundo” (Schiller, 1987, p. 18), lo que busca, además de las ganancias para las grandes empresas, hacer creer que la felicidad está en consumir lo máximo posible, y esto va en contravía de la ideología socialista. La “naturaleza humana” es individualista, competitiva, invariable, (a lo sumo “filantrópica”), contraria a la cooperación y la solidaridad, que son valores socialistas (Schiller, 1987, p. 26-30). Así pues, es imposible que surja y se consolide un sistema diferente al capitalismo y a su derecho sagrado a la propiedad privada en todos los escenarios. Además, se fabrican encuestas amañadas en las que se dice que los pueblos bajo el capitalismo son “felices” porque son “libres”, así sufran pobreza, desempleo y discriminación, como se presenta en el caso colombiano.
El sacerdote, filósofo, antropólogo y comunicador norteamericano ROBERT WHITE, afirma que todo gran medio de comunicación está prácticamente teñido por una “falsa ideología y poco es dicho o hecho para corregirlo. Los medios, en términos generales, aceptan las enormes y crecientes injusticias de nuestro mundo prácticamente sin ningún comentario. Las ideologías de este tipo tienden a ser ‘naturalizadas’ por puntos de vista culturales mundiales. Se supone simplemente que ésta es la forma natural del hombre, y no hay posibilidad de cambiarla. En los peores casos, la naturalización está reforzada por una sacralización, es decir, que ésta es la voluntad de Dios” (2007, p. 156-157). Se plantea, entonces, que “el sistema de capitalismo internacional es el mejor sistema de economía política”(2007, p. 156). Por lo tanto, el socialismo debe ser eliminado o reducido a una simple palabra inofensiva, como los llamados partidos “socialistas” de la Europa contemporánea, que son igualmente neoliberales que los partidos tradicionales.
Resumiendo, toda ideología y todo sistema opuestos al capitalismo deben ser condenados, combatidos y quemados en la hoguera de la santa inquisición del arrogante y fraudulento capitalismo financiero y militarista (que está acabando con la humanidad y el planeta Tierra, en nombre de “la democracia” y “la libertad”), utilizando sus poderosos y “veraces” medios de comunicación, cada vez en manos de más pocas y poderosas corporaciones internacionales. Ésta es la “democracia” y la “libertad de expresión y de prensa” que defienden los dueños del poder mundial.
El “Golpe Suave”
El término “Golpe Suave”, correspondiente a una nueva estrategia de “acción no violenta” para derrocar gobiernos adversos al Imperio e interrumpir procesos de amplia participación popular, fue acuñado por el politólogo y escritor norteamericano GENE SHARP en su texto De la Dictadura a la Democracia, a finales del siglo XX. Esta estrategia es diferente al golpe de Estado tradicional, que implica un levantamiento de las Fuerzas Armadas constitucionales o de un sector importante de ellas para destituir por la fuerza al Presidente de la República. Pero, en su proceso, pueden incluir asonadas parciales de algún sector de las Fuerzas Armadas.
De acuerdo con Sharp, la estrategia del “golpe suave” puede ejecutarse a través de cinco etapas jerarquizadas o realizadas de manera simultánea. Éstas han sido sintetizadas por la agencia Russia Today (RT) y el internacionalista WALTER GOOBAR, de la siguiente manera (Véase: http://www.telesurtv.net/articulos/2014/02/20/el-golpe-suave-en-venezuela-en-cinco-pasos-7713.html;http://www.anbariloche.com.ar/noticia.php?nota=29795):
1ª. Ablandamiento, empleando la Guerra de Cuarta Generación: desarrollo de matrices de opinión centradas en déficit reales o potenciales, cabalgamiento de los conflictos y promoción del descontento, promoción de factores de malestar, entre los que se destacan: desabastecimiento, criminalidad, manipulación del dólar, lockout patronal y otros, denuncias de corrupción, promoción de intrigas sectarias y fractura de la unidad.
2ª. Deslegitimación: manipulación de los prejuicios anticomunistas, impulso de campañas publicitarias en defensa de la libertad de prensa, derechos humanos y libertades públicas, acusaciones de totalitarismo y pensamiento único, fractura ético-política.
3ª. Calentamiento de la calle: cabalgamiento de los conflictos y fomento de la movilización de calle, elaboración de una plataforma de lucha que globalicen las demandas políticas y sociales, generalización de todo tipo de protestas, exponiendo fallas y errores gubernamentales, organización de manifestaciones, trancas y tomas de instituciones públicas que radicalicen la confrontación.
4ª. Combinación de diversas formas de lucha: organización de marchas y tomas de instituciones emblemáticas, con el objeto de coparlas y convertirlas en plataforma publicitaria, desarrollo de operaciones de guerra psicológica y acciones de grupos opositores armados para justificar medidas represivas y crear un clima de ingobernabilidad, impulso de campaña de rumores entre fuerzas militares y tratar de desmoralizar a los organismos de seguridad.
5ª. Forzar la renuncia del Presidente de turno, mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en la calle. Paralelamente, se prepara el terreno para lograr el aislamiento internacional del país, provocar una guerra civil y una intervención militar extranjera. En esta quinta etapa, también se contempla la posibilidad de “destitución constitucional” del Presidente, por parte del Parlamento, acudiendo a cualquier argucia jurídica o a la “deslegitimación” del mandatario.
En tales procesos, resulta evidente la participación de “los combatientes” por la “libertad”, la “democracia” y los “derechos humanos”: La CIA, la DEA, el FBI, La NSA, el Departamento de Estado USA, la USAID (agencia norteamericana internacional para el “desarrollo”), expertos en numerosos golpes de Estado cruentos o incruentos, durante muchos años, y el mundo que ellos dirigen sigue peor, menos libre, menos democrático y más violador de los derechos humanos.
Algunos ejemplos concretos actuales
Como antecedentes significativos, tenemos la “guerra de baja intensidad” llevada a cabo contra Cuba y Nicaragua, por la CIA. Contra la primera, después del fracaso norteamericano de la invasión a Bahía de Cochinos (abril de 1961), mediante la serie de sabotajes económicos, los ataques clandestinos biológicos, la constante publicidad que sataniza el socialismo presentándolo como creador de miseria y esclavitud, el bloqueo económico de más de cinco décadas, el patrocinio de grupos internos “disidentes” que han realizado actividades conspirativas, numerosos planes de atentados (fallidos todos ellos) contra su máximo líder Fidel Castro, para intentar generar desconcierto y desmoralización en la población cubana, la guerra cibernética (“ZunZuneo”) contra “el régimen de los hermanos Castro”, el cual es presentado como “dictatorial” y “torturador”. WAYNE MADSEN, periodista norteamericano, ex-trabajador de la NSA y experto en “teorías de la conspiración”, declaró para el canal venezolano Telesur (22 abril 2014, 3.30 p.m.) que “con el ZunZuneo, el gobierno de Estados Unidos pretendía promover la ‘primavera cubana’ y que la población iniciara manifestaciones públicas contra el gobierno de Cuba”. Todos estos planes y acciones desestabilizadoras han fracasado, por la unidad entre el gobierno y el pueblo de la isla caribeña.
Contra Nicaragua, después del triunfo de la Revolución Sandinista (julio 1979), a través de acciones armadas y de sabotaje realizadas por grupos entrenados por el Gobierno norteamericano durante los años 80, llamados “los contras”, que originaron pobreza, destrucción y desespero en la población nicaragüense. Además, se llevó a cabo un embargo económico contra la patria de Sandino Esto condujo a la derrota electoral del Frente Sandinista, en 1990, ante la derechista Unión Nacional Opositora, patrocinada por Estados Unidos, quienes desarrollaron, entre otras tácticas, una fuerte guerra psicológica, centrada en que si ganaba el Frente Sandinista continuaría la guerra y el embargo, lo que originaría más pobreza y daños al pueblo de ese país centroamericano. Por esta razón, buena parte de este pueblo votó por la Unión Nacional Opositora. Estas elecciones fueron presentadas como “libres, limpias y sin coerciones” por parte del Gobierno y los principales medios norteamericanos (Véase: Chomsky, 2000b, p. 32-42). El
Frente Sandinista volvió a recuperar el poder mediante elecciones democráticas, en la primera década del siglo XXI.
La estrategia golpista, basada en el citado texto de Sharp, se ejecutó con éxito en el derrocamiento del presidente Slobodan Milosevic, en Serbia, en 2000; del presidente georgiano Eduard Shevarnadze, en noviembre de 2003; en la “destitución” del presidente de Ucrania Viktor Yanukovych, en febrero de 2014.
En América Latina, la estrategia del “golpe suave” se ha registrado en cinco casos. Ha triunfado en Honduras (2009) y Paraguay (2012), mediante “destitución” parlamentaria del Presidente de la República. Ha fracasado en Venezuela (2002 y 2014), Bolivia (2008 y 2012) y Ecuador (2010), aunque ha hecho mucho daño, sobre todo en la patria de Bolívar, donde, en realidad, en abril de 2002, se dio un Golpe Militar completo, más que “suave”, sólo que la unión cívico-militar democrática y popular recuperó el poder en pocas horas.
El caso de Venezuela
Los enemigos de la Revolución Bolivariana y, por consiguiente, de la democracia popular, como lo señala el analista venezolano RAMÓN LOBO, “han llegado a la desfachatez de reproducir leyes falsas para inducir al venezolano para que salga a defender la propiedad privada de su bodega, carnicería, casa o cualquier otro bien personal; en verdad, lo que buscan es la defensa de los medios de producción de la oligarquía. El elemento de la propiedad privada lo enlazan con la falacia de la pérdida de los padres de la patria potestad, elementos falsos puesto que en ningún momento estos derechos están en discusión. Es una especie de sexto poder que intenta legalizarse a través de la mentira y del engaño, lamentablemente una parte de la población ha sido presa fácil de estos mensajes distorsionadores; producto de una guerra que no cuenta con armas, pero sí con el propagandismo perverso orientado desde el imperio, donde inclusive ni el Presidente de USA Barack Obama se ha salvado, de las acciones agitadoras de la cadena Fox News” (Lobo, 2009, Edic. Internet). Esta guerra psicológica tuvo sus efectos, porque originó temor en importantes sectores de la población venezolana y produjo la pérdida electoral chavista en el referendo de reforma constitucional de 2007.
Frente a los hechos de violencia desatados por la oposición en Venezuela, desde el 12 de febrero de 2014, que planean el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro, o su renuncia, los medios de comunicación internacionales, incluyendo los colombianos, han presentado tales hechos como “protestas pacíficas”, realizadas principalmente por “estudiantes”, y que la violencia es desatada por el gobierno venezolano con la “fuerte represión” y la “violación” a los derechos humanos a través de la Guardia Nacional y grupos de civiles armados y patrocinados por el gobierno, contra los manifestantes: Cadenas de televisión, como CNN, NTN24, Caracol, RCN. Periódicos, como: El Nuevo Herald (Miami), El País (España); El Nacional y el Universal (Venezuela); El Tiempo, El Espectador, las revistas Semana y Dinero (Colombia). Radioemisoras, como: Caracol, RCN, la W, Blu Radio (Colombia). Estos medios, representantes de la “libertad de expresión” ocultan los terribles y continuos atentados contra la vida, la economía, la salud, la educación, la cultura, la infraestructura eléctrica (con el propósito de destruir el país), por parte de las bandas armadas de mercenarios pagados desde el exterior y por los grupos poderosos en Venezuela; muy pocos son realmente estudiantes y ciudadanos venezolanos que participan en ellas. Ocultan, también, los significativos logros de la Revolución Bolivariana, en sus 15 años (a pesar de las dificultades y los sabotajes), en alimentación, educación, salud, vivienda, cultura y bienestar general para el conjunto de la población; lo ocultan para que otros pueblos latinoamericanos no conozcan estos avances y no les exijan a sus respectivos gobiernos tales reivindicaciones, y para que no intenten los mismos pueblos realizar transformaciones revolucionarias.
Como señala el director del periódico alternativo colombiano PARÉNTESIS, LUIS ALFONSO MENA, “actos como incendiar jardines infantiles, atentar contra escuelas y liceos, quemar quince universidades, destruir los bienes públicos, envenenar acueductos, incinerar más de tres mil hectáreas de parques naturales y talar más de cinco mil árboles, secuestrar con barricadas y violencia a sus propios vecinos, amenazar y torturar a quienes los critican, tender toda clase de trampas en calles y avenidas para matar chavistas, asesinar con francotiradores a seis guardias nacionales, usar explosivos contra abastos, medios de transporte, puestos de salud y centrales eléctricas, etc. no son procedimientos de una protesta “pacífica”. Todos esos actos protagonizados por la oposición venezolana y muchos más son simplemente terrorismo… ¿Por qué para Caracol, El Tiempo, RCN, El Espectador, CM&, El País, La W, Semana, etc., etc., etc. estos crímenes atroces, evidentes, no existen? El deber de un medio de comunicación ético es decir la verdad. Esa es la misión del periodismo honesto. Lo demás es simplemente confabulación con el crimen, complicidad con el terrorismo”. (Cali, Colombia, Abril 3 de 2014)
Lo curioso es que la guerra psicológica y mediática en general contra el pueblo y la revolución venezolana ha hecho mella también en las mentes de algunos intelectuales, aún de izquierda, en varios países latinoamericanos, quienes repiten las falacias de la publicidad imperial, o pronostican, mediante sus dogmáticos y estrechos esquemas denominados “marxista-leninistas”, el “fracaso” de la revolución bolivariana, porque ésta, según ellos, no está aplicando los principios del “socialismo puro”, inmaculado, que sólo existe en sus cerebros celestiales.
¿Cómo afrontar la guerra mediática?
Afrontar la guerra mediática, de las características analizadas anteriormente, no es tarea fácil, pero no imposible. Requiere un arduo trabajo, constante, organizado, comunitario, creando y desarrollando medios de comunicación alternativos, locales, regionales, nacionales e internacionales. Ello debe conducir a promover una educación política y cultural masiva y crítica, y una ética de la comunicación pública, lo que implica un compromiso para construir la democracia desde abajo, la veracidad y la responsabilidad social, como lo analiza Robert White (2007, caps. 2, 5 y 6). Todo esto es más factible cuando existen gobiernos progresistas que apoyan tales labores, pero requiere ingentes esfuerzos en los países donde no existen dichos gobiernos.
Lo anterior también quiere decir que, a través de medios alternativos, se debe implementar una educación liberadora contra la opresión, que enfrente culturalmente “la cultura de la dominación”, como lo expone Paulo Freire: “En el primer momento, mediante el cambio de percepción del mundo del opresor por parte de los oprimidos y, en el segundo, por la expulsión de los mitos creados y desarrollados en la estructura opresora, que se mantienen como aspectos míticos, en la nueva estructura que surge de la transformación revolucionaria” (2006, p. 55; ver, también, págs. 98-101).
Educación liberadora y desarrollo de medios alternativos significa: No pensar con la mente del opresor, de los dueños de los grandes medios de comunicación. Pensar y actuar con sentido comunitario, solidario, cooperativo, de amplia participación democrática. Mantener una actitud investigativa y crítica; tener en cuenta los múltiples aspectos, factores, causas de un problema o situación. Denunciar, resueltamente, cuando hay una clara violación a los derechos humanos, por parte de algún gobierno u otra organización, o la práctica de formas ilegales, corruptas y violentas de ejercer el poder (Ver: White, 2007, p. 8 y 35). Apoyar gobiernos realmente democráticos y ser copartícipes en la construcción de formas democráticas sociales y populares. Ser veraces, objetivos e imparciales en la presentación de los hechos. Abrir espacios al pensamiento crítico, al debate público serio sobre temáticas de importancia en lo económico, político, social, cultural, ambiental, relaciones internacionales, integración regional, sobre todo latinoamericana, la democracia participativa, el desarrollo concreto de medios alternativos de comunicación y comunitarios, la soberanía nacional, la soberanía alimentaria, el trato o convenios con el capital extranjero, el desarrollo minero-energético y el medio ambiente. Aclarar el verdadero sentido de libertad de expresión, libertad de prensa, el deber y el derecho a la información veraz de los acontecimientos. No hacer eco de las calumnias y desmentirlas a tiempo. Utilizar y democratizar las diversas tecnologías comunicacionales, para difundir informaciones verídicas, educativas y orientadoras, desechando la violencia y promoviendo una cultura de paz con justicia social.
Todo lo anterior, implica mantener en alto una profunda ética del periodismo y de la comunicación en general. Como dijo el Nobel colombiano de literatura GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, “la ética debe acompañar al periodismo como el zumbido al moscardón”(Citado por EL TIEMPO, 20 abril de 2014, p. 7), tema sobre el que insistía en los talleres de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, FNPI, iniciada por el Gabo el 18 de marzo de 1995, en Cartagena de Indias. En la FNPI se resalta la “ética periodística y de los peligros de hacer depender el éxito de los medios de la chiva o primicia” (Palabras de su director Jaime Abello Banfi para el periódico HERALDO de Barranquilla, el 21 Abril de 2014: http://www.elheraldo.co).
Es necesario contribuir en la organización comunitaria que implemente la televisión, las emisoras, la prensa escrita, la prensa digital, las redes sociales, independientes y críticas. En esto han habido avances importantes en América Latina y en otras partes del mundo, como lo analiza el especialista boliviano en comunicación para el desarrollo ALFONSO GUMUCIO DAGRON: Varios sectores populares“desarrollaron sus propias herramientas de comunicación porque no tenían posibilidad de acceso a los medios masivos de difusión del Estado o del sector privado. Para conquistar un espacio público para sus voces, crearon estaciones radiales comunitarias, boletines populares, grupos de teatro de la calle y, en ocasiones, canales locales de televisión… desarrollo de la capacidad autónoma y colectiva de adoptar la comunicación como herramienta que contribuye al fortalecimiento organizativo comunitario” (Gumucio, 2012, p. 38. Ver, también: Cadavid, 2012, p. 273-276).
No se trata de que un grupo comunicativo comunitario se quede sólo en su localidad, donde, en verdad, puede practicar la democracia en concreto, dar cabida a manifestaciones culturales específicas, poner de presente las necesidades y problemas particulares. Para contrarrestar la guerra mediática, deben incluirse en los medios alternativos de comunicación, programas, temas, otras comunidades locales o regionales, que hagan ver que está enfrentándose a un enemigo mediático poderoso, al cual puede desenmascarársele y desmentir sus falsas versiones sobre muchos acontecimientos. Y, como lo propone la investigadora colombiana en comunicación, AMPARO CADAVID, tales medios alternativos deben relacionarse y vincularse con movimientos sociales, “que cada día cobran más espacio y aumentan su impacto en la construcción de una América Latina como la sueñan y desean la mayoría de sus pobladores” (2012, p. 296).
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*Enrique Alfonso Rico Cifuentes es filósofo y politólogo colombiano. Autor del libro Elogio de la Sabia Sencillez (2009).
Bibliografía consultada:
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– CHOMSKY, Noam (2000a). Actos de Agresión. Barcelona: Crítica.
– CHOMSKY, Noam (2000b). Cartas de Lexington. México: Siglo XXI Editores.
– FREIRE, Paulo (2006). Pedagogía del Oprimido. México: Siglo XXI Editores.
– GUMUCIO DAGRON, Alfonso (2012). “Comunicación y Cambio Social”, en: Martínez y Sierra (2012), p. 25-55.
– LOBO, Ramón (2009). “La guerra mediática ¿un componente de la Guerra de Cuarta Generación?”, en: http://www.aporrea.org/actualidad/a80876.html, 26 junio 2009.
– MARTÍN-BARBERO (Jesús), SILVA (Armando) (Compils.) (1997). Proyectar la Comunicación. Bogotá: Tercer Mundo Editores.
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– SCHILLER, Herbert (1987). Los Manipuladores de Cerebros. Buenos Aires: Editorial Gedisa.
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