El derrumbe ha dejado más de 400 muertos, 159 desaparecidos y 2.500 heridos
La Unión Europea, primer mercado de la ropa que exporta Bangladesh, quiere presionar a las autoridades bengalíes para que mejoren las condiciones laborales de los tres millones de trabajadores que con sus máquinas de coser y durante extenuantes jornadas fabrican las prendas que conocidas marcas occidentales venden. La Unión sopesa retirarle el acceso preferencial al mercado europeo. Ese el debate en los despachos. En las calles de Dacca, la capital, miles de personas han aprovechado las marchas del Primero de Mayo para exigir la pena de muerte para el propietario del edificio derrumbado y mejoras laborales (el salario mínimo son 3.000 taka, 29 euros). El Papa Francisco calificó estas condiciones de “trabajo esclavo”.
Entre los escombros, hace dos días que no se localizan supervivientes. Las autoridades han hecho recuento oficial de la tragedia industrial más grave del país: el derrumbe ha matado a más de 400 personas, otras 159 singuen en paradero desconocido y 2.500 están heridas, muchas de ellas mutiladas, y sin empleo con el que mantener a los suyos.
La Unión Europea ha amenazado a Bangladesh con revisar el acceso preferente y libre de impuestos del que disfruta. “Queremos que noten la presión diplomática para que se sienten y discutan con nosotros”, ha declarado a Reuters un alto cargo anónimo de la Unión en Bruselas. El 60% de las exportaciones de ropa llegan a Europa con España como tercer destino tras Alemania y Reino Unido. Es un sector clave y creciente en la economía de Bangladesh.
Aunque algunas empresas textiles bengalíes dieron el fin de semana libre a sus trabajadores en un intento de apaciguar la ira popular, el enfado de las plantillas es aún descomunal: “El dueño del edificio… debería ser colgado y hay que pagar indemnizaciones a los heridos y a (las familias de) los muertos”, ha dicho a la misma agencia el líder sindical Moshrefa Mishu en las protestas del Día Internacional del Trabajo, que conmemora la represión de una manifestación por la jornada de ocho horas a finales de XIX en Chicago. La policía de Bangladesh dispersó a los manifestantes con gases lacrimógenos, pelotas de goma y cañones de agua.
Shoel Rana, de 35 años, propietario del edificio Rana Plaza, ubicado en el cinturón industrial de Dacca y construido sobre una ciénaga gracias a favores de aliados políticos del partido gobernante, se ha convertido en el enemigo público número uno. Fue detenido cuando intentaba huir a India. Rana, que se señoreaba por la zona sin que siquiera la policía le parara los pies, según The New York Times es producto del desembarco de las grandes marcas en el corrupto Bangladesh, atraídas por una mano de obra baratísima.
Los dedos acusadores se han desplegado en varias direcciones desde la tragedia: la UE apunta al Gobierno de Bangladesh, las empresas contratantes a las autoridades bengalíes y las ONG, a los poderes locales y a las compañías; la primera ministra de Bangladesh, Sheij Hasina, apunta a las empresas y les hace un listado de exigencias: “Tenéis que asegurar a los trabajadores sueldos justos, pensiones y otros derechos. Debéis vigilar la seguridad de los lugares de trabajo si queréis hacer negocios”, ha declarado este miércoles.
Varias de las empresas para las que cosían las víctimas como El Corte Inglés, Primark o Loblaw –en talleres que en algunos casos habían superado las auditorías sociales de las compañías contratantes, que, recalcan, no supervisan el estado de los edificios– han anunciado ayudas de emergencia e indemnizaciones que aún no han detallado.
Empresas del sector textil, sindicatos y ONG celebraron en Eschborn (Alemania) el martes una reunión convocada antes de la tragedia para acordar mejoras en las industrias textiles de Bangladesh. El sindicato mundial IndustriAll es el participante que más detalles ha revelado de lo allí discutido. Asegura que las partes se han dado hasta el día 15 de este mes para cerrar un acuerdo que mejore la seguridad laboral y antiincendios. Mejora imprescindible en vista de que el desplome del edificio Rana Plaza es el tercer gran accidente que sufre el sector en el país asiático en solo seis meses. El secretario general de IndustriALL, Jyrki Raina, sostiene que “las empresas deben pagar más a sus proveedores para garantizar salarios dignos y mejoras técnicas”.
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Compartilhada por Ruben Siqueira.