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Por Manuel Guerra, em Servindi
1 de noviembre, 2014.- Son desgarradoras, indignantes, las imágenes que muestran las circunstancias de la muerte de Fidel Flores, un humilde poblador que resistía el brutal desalojo de su vivienda ordenado por una jueza infame, y que es impactado por un balazo disparado a sangre fría por uno de los efectivos policiales.
Lo que viene a continuación es nauseabundo: los policías, cual jauría salvaje y demostrando su ilimitada cobardía, se ensañan con el caído, le propinan patadas y varazos, a la vez que lo insultan con verdadera saña. Hacen lo mismo con su hijo, que ha corrido a abrazar al cuerpo agonizante.
En épocas en que la política era un poco más decente, un hecho como este habría provocado la inmediata renuncia del ministro del interior. Pero vivimos hoy en tiempos del capitalismo salvaje, del desprecio a la vida, la degradación de la moral, la descomposición de instituciones, el cinismo de las autoridades.
Este asesinato no es un hecho aislado; es la expresión de una sociedad moldeada por el neoliberalismo, donde el encanallamiento generalizado forma parte del modelo destinado a maximizar la tasa de ganancia de los grandes empresarios.
Por ello la fragmentación social, el Estado convertido en pervertido mecanismo al servicio de saqueadores del erario y los recursos.
Por ello el abandono de la educación y el ahínco con que los grandes medios de comunicación se dedican a meter basura en la mente de la gente.
Por ello el Parlamento y el Poder Judicial convertidos en estercoleros. La barbarie en la que reinan los adoradores del becerro de oro.
¿Hasta cuándo permitiremos que pasen cosas como ésta?
El Perú puede cambiar su destino. No bastan los lamentos ni la indignación si no se traducen en organización, acción consciente, claridad de objetivos y unidad de las fuerzas políticas y sociales que aspiramos a un país distinto.
De nosotros y solo de nosotros depende abrir un nuevo rumbo a nuestra patria y mandar al basurero de la historia a toda esta podredumbre que se ha instalado como una maldición.
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