“Ayer el colonialismo justificaba todas sus barbaridades en nombre de la civilización. Hoy las petroleras lo hacen en nombre del Progreso y el Desarrollo”.
Servindi – Compartimos un artículo del antrópologo Simone Garra en el que describe el contexto de provocación inescrupulosa que realiza a la población indígena la empresa francesa Maurel et Prom en el corazón de la resistencia amazónica.
La empresa que posee la concesión del lote 116 de hidrocarburos en sustitución de la empresa Hocol, de Colombia, insiste en abrir paso a su actividad a pesar de la mayoritaria oposición indígena que aún no supera las huellas que dejó el conflicto de Bagua.
Con antecedentes nefastos y empleando métodos divisionistas y moralmente vedados, la empresa Maurel et Prom, actúa en alianza con la canadiense Pacific Rubiales, en un contexto de tensión y conflicto en el que no parecen existir las autoridades peruanas, hecho que favorece a la empresa.
¿Hasta dónde quieren llegar el Estado peruano y las empresas petroleras? ¿Seguirán haciéndose paso fomentando los conflictos internos hasta que la región se vuelva el teatro de una espiral de violencia? ¿Qué precio deberán pagar estos hombres y estas mujeres para que se respete su voluntad de preservar sus vidas y sus tierras de la devastación ambiental?”
Tales son algunas de las interrogantes que se formula Simone Garra luego de detallar el espinoso escenario. A continuación el artpiculo de Simone Garra:
¿Hasta dónde llegarán Maurel et Prom y Pacific Rubiales?Petroleras sin escrúpulos en el corazón de la resistencia amazónica
Por Simone Garra
Nada parece frenar el insaciable hambre de dinero de las empresas petroleras, responsables en todo el mundo de guerras, corrupción, regímenes totalitarios y desastres ambientales. Hace seis años, en el norte de la Amazonia, los pueblos awajún y wampis empuñaban sus lanzas y se declaraban en pie de guerra: era el inicio de dos períodos de movilizaciones nacionales (2008 y 2009) en la Amazonia peruana contra la invasión del capitalismo internacional y la depredación de los recursos en las tierras indígenas.
“La selva no se vende, la selva se defiende” fue la respuesta de miles de mujeres y hombres que lucharon en contra de un paquete de leyes cuyo objetivo claro y explícito era eliminar cualquier obstáculo para las grandes inversiones en la región amazónica. El cinco de junio 2009, balas contra lanzas, quizás la represión del Estado no esperaba encontrar una respuesta tan aguerrida: policías desarmados por los manifestantes mueren con sus mismas balas, solidarios en la ciudad de Bagua se levantan y queman los edificios públicos, todo el país tiembla por la ola de rabia que desde la Amazonia llega a los Andes y las costas oceánicas.
Decenas de arrestos; persecución de organizaciones indígenas e instituciones cercanas, torturas en las prisiones. Tres de los manifestantes transcurren más de cinco años en la cárcel. Un proceso se abre el 14 de mayo 2014 contra 53 manifestantes, la justicia pide condenas ejemplares que van desde los 22 años de cárcel a la cadena perpetua. Aterrorizar, reprimir, castigar para imponer el orden de las transnacionales: que nadie se atreva a contestar su dominio absoluto.
Un año después del trágico baguazo, una empresa francesa viene a instalarse en Condorcanqui, en el corazón de los pueblos awajún y wampis, como si nada hubiera ocurrido. Como si ignorara que estos pueblos, desde sus primeros comunicados, vienen rechazando la presencia de las petroleras en su territorio. Como si ellos no tuvieran suficientes problemas con otras empresas como la minera Afrodita – Dorato Perú, instalada en la Cordillera del Cóndor. Como si los awajún y wampis no hubieran ya reclamado desde 2007 la anulación de la concesión del lote 116 a la colombiana Hocol que la obtuvo en 2006 sin algún proceso de consulta previa (1).
Pues en 2010, la francesa Maurel et Prom asume la concesión del lote 116, sustituyendo a la colombiana Hocol. La historia de Maurel et Prom, que en su sitio internet se vanagloria por haber perforado más de 100 pozos de exploración, en 12 países y 4 continentes, muestra claramente la continuidad que existe entre el colonialismo y el nuevo dominio de las petroleras.
En efecto, Maurel et Prom fue inicialmente una empresa de transporte marítimo de los productos que llegaban de las colonias francesas de Africa Occidenal, como Costa de Marfil, Senegal, Camerún y Congo. En la década de 1970 MP se transforma en empresa de crianza industrial de pollo y pescado. En la década de 1990 entra en el negocio de energía y minas en Madagascar y rápidamente expande su dominio en los países más pobres de África, donde explota los recursos y la población, haciendo negocios con regímenes sanguinarios (2).
En 2012, en Gabón, mientras la sociedad anunciaba un aumento del 72 por ciento en su cifra de negocios, alcanzando un rendimiento de 376,3 millones de euros, los habitantes de la región del lago Ezanga denunciaban el envenenamiento de las fuentes de agua, la aparición de enfermedades gástricas y el primer caso de muerte debido a estas enfermedades (3). Por otro lado, denunciaban el incumplimiento de las promesas de la empresa: “Los responsables de la compañía habían adquirido una serie de compromisos que ahora desafortunadamente no respetan. Maurel-Prom nos prometió unos 800 empleos directos, pero los jóvenes siguen esperando que se cumpla esta promesa” (4).
De la misma manera, en 2012 en Colombia, los habitantes de la provincia de Sugamuxui en la región de Boyaca, denunciaban que Maurel & Prom y su contratista, la Compañía Geofísica Latinoamericana (CGL) venían actuando de forma irregular, agrediendo y aprovechándose de la buena fe del pueblo, realizando en los trabajos de exploración varias explosiones con material proveído por la industria militar, provocando daños a las viviendas y las tuberías de las comunidades, dejándolas sin agua y buscando la intervención del ejército para reprimir las protestas (5)
Desde cuando en 2010 obtuvo la licencia para el lote 116 en Condorcanqui, Maurel et Prom viene intentando crear su nuevo feudo en la Amazonia. Haciendo regalitos y promesas a los comuneros, comprando el consenso de algunos supuestos “dirigentes indígenas”, intentando crear divisiones entre comunidades y organizaciones. Y encontrando el rechazo de la mayoría de la población. En 2012, se realizó en Santa María de Nieva el denominado “Encuentro de Jefes y Líderes frente a la amenaza de las actividades hidrocarburíferas y mineras en el territorio ancestral de los Pueblos Awajún Wampis”, que congregaba a 74 participantes, entre jefes comunales, líderes de organizaciones de base, funcionarios de la Defensoría del Pueblo y medios de prensa. A pesar de la invitación efectuada por la Comisión Especial Permanente de los Pueblos Awajún Wampis, la empresa petrolera Maurel Et Prom no acudió al encuentro, desairando la expectativa de los participantes que la invitaron con anticipación. En 2013, nuevamente, cerca de 80 líderes y lideresas indígenas exigieron al Estado peruano suspender las actividades sin consulta que realizan Maurel Et Prom. Contemporáneamente, la empresa realizaba reuniones con otro grupo de dirigentes Awajún y con los jefes de apenas tres de las comunidades afectadas por el Lote, que se declaraban favorable al trabajo de la empresa.
Por otro lado, desde 2010 otra empresa del mismo estilo viene actuando junto a Maurel et Prom: la canadiense Pacific Rubiales. Esta empresa es conocida en Colombia, por la brutalidad de las condiciones de trabajo y la represión que actúa contra sus obreros. Según reporta el periódico El Espectador, los 12,700 obreros empleados en los 400 pozos de Campo Rubiales “viven en carpas como si fueran refugiados de guerra (…) cuadrillas de seguridad de la empresa integradas por ex oficiales o ex suboficiales del Ejército, la Policía o el DAS les vigilan cada movimiento (…), la seguridad social es inexistente. Las enfermerías no dan abasto porque las condiciones de hacinamiento multiplican cualquier infección en minutos. Sobra decir que el trabajo está cuidadosamente dividido para impedir “masas laborales” que puedan organizar (…). Las compañías que seleccionan el personal poseen un enorme poder y suelen estar manejadas por políticos locales que hacen de los trabajadores enganchados y de sus familias verdaderos secuestrados electorales” (6).
En 2009, las protestas de los obreros de Campo Rubiales fueron violentamente reprimidas por la policía, con balas de goma y gases lacrimógenos (7). Hoy esta empresa busca crear relaciones positivas con las comunidades de Condorcanqui, haciendo promesas de empleo y desarrollo a través de unos “antropólogos” y relacionistas comunitarios que sin alguna vergüenza mienten a la población, maquillando las intenciones y ocultando los antecedentes de estos gigantes del Capital. De esta manera buscan comprar el consenso de algunas comunidades y organizaciones indígenas para legitimar la presencia de Maurel et Prom y Pacific Rubiales.
Ayer el colonialismo justificaba todas sus barbaridades en nombre de la civilización. Hoy las petroleras lo hacen en nombre del Progreso y el Desarrollo. Los Awajún y los Wampis no quieren una guerra y por esto sus organizaciones están intentando agotar hasta la última medida legal, apelándose a todas las instancias nacionales e internacionales, reclamando que se respeten sus derechos. Hace cinco años corrió la sangre en estas tierras, y algunos pagarán pasando sus vidas en unas jaulas por haber resistido al dominio de las petroleras. Danny, Asterio y Feliciano ya transcurrieron cinco años en prisión, mientras Maurel et Prom y Pacific Rubiales llegaban a Condorcanqui y a través de sus estrategias divisionistas lograban instalarse. ¿Hasta dónde quieren llegar el Estado peruano y las empresas petroleras? ¿Seguirán haciéndose paso fomentando los conflictos internos hasta que la región se vuelva el teatro de una espiral de violencia? ¿Qué precio deberán pagar estos hombres y estas mujeres para que se respete su voluntad de preservar sus vidas y sus tierras de la devastación ambiental?
Notas: