Por Ollantay Itzamná* – Servindi
La pasada semana, el diario El Comercio del Perú, publicó una nota informativa bajo el título: “El quechua muere de vergüenza en el Perú”(1), en la que, citando a la Agencia EFE, indica que las y los quechuas del país estaríamos abandonando nuestra lengua por vergüenza. Además, dicho matutino señala que la lengua quechua, históricamente promovida por la Iglesia Católica para la evangelización, comenzó a ser prohibida en el Perú a raíz de la rebelión de Túpac Amaru (siglo XVIII).
La colonialidad interna en los estados latinoamericanos se sustenta en la colonialidad cultural que las élites culturales oficiales imponen sobre el resto de las culturas subalternas. La cultura oficial, para justificar su violencia institucionalizada, y garantizar la permanencia de su “superioridad”, afianza el sentimiento de culpabilidad en sus víctimas, fustigando todo acto de rebeldía por parte de los subalternos. Por eso, el Perú criollo dice: “la lengua quechua se pierde porque los campesinos se avergüenzan de hablarlo, y a raíz de la rebelión de Túpac Amaru.” Es decir, ¡por culpa de la rebelión indígena y la vergüenza de los quechuas se pierde el patrimonio cultural peruano!
Las élites oficiales generalmente utilizan terminologías despectivas, no pocas veces prejuiciosas, para referirse y deslegitimar a las culturas no oficiales. Por eso, para aludir a los idiomas nativos utilizan el término de lengua y/o dialecto, pero lo que ellos hablan y enseñan lo categorizan como idioma. Nos llaman campesinos a los indígenas con la finalidad de anular discursivamente nuestra condición de sujetos de derechos especiales a nivel internacional. Saben que a los campesinos no les asisten mayores derechos. (mais…)