Los gobiernos y las agencias internacionales alardean con frecuencia de que los campesinos y pueblos indígenas controlan la tajada más grande de la tierra agrícola mundial. Cuando el director general de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO), inauguró 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar, cantó las loas de los agricultores familiares pero ni una sola vez mencionó la necesidad de una reforma agraria. Por el contrario, anunció que las fincas familiares ya tenían la mayor parte de la tierra agrícola mundial – la increíble cifra de 70% de acuerdo a su equipo.
Pero una nueva revisión de los datos, emprendida por GRAIN, revela que lo opuesto es lo cierto. Las fincas pequeñas, que producen la mayor parte de los alimentos en el mundo, se hallan apretujadas en menos de una cuarta parte de la tierra agrícola mundial – o en menos de una quinta parte si deja uno fuera China e India.
“Con mucha rapidez estamos perdiendo fincas y campesinos por la concentración de tierra a manos de los ricos y los poderosos”, dijo Henk Hobbelink, coordinador de GRAIN. “La abrumadora mayoría de las familias campesinas hoy tienen menos de dos hectáreas de tierra para cultivar, y la proporción se encoge. Si no revertimos esta tendencia, el mundo perderá su capacidad para alimentarse a sí mismo”.
Marina Dos Santos, de la Coordinación del Movimiento de los Sin Tierra brasileño, y de la Vía Campesina, dice: “En el mundo el campesinado es criminalizado, judicializado y hasta desaparecido cuando se trata de la lucha por la tierra. Actualmente hay cifras alarmantes de muertes que quedan en la impunidad. Es preocupante cómo desde los Estados se han creado figuras jurídicas como el terrorismo y el sabotaje para amedrentar esta lucha. Cotidianamente estamos expuestos a la sistemática expulsión de la tierra, que alcanza indistintamente no sólo a las y los campesinos que luchan por conquistar la tierra, sino también a todo tipo de pequeños agricultores y pueblos originarios. Hoy el campesinado y los bienes naturales son el blanco de la codicia de los intereses extranjeros. Queremos la tierra para vivir, la tierra para producir, esos son nuestros derechos básicos frente al acaparamiento en manos de corporaciones que sólo buscan la especulación y el lucro”.
“La gente necesita entender que si continúa el actual proceso de concentración de la tierra, entonces no importa qué tan trabajadores, eficientes y productivos sean, los campesinos simplemente no podrán continuar existiendo”, dijo Camila Montecinos, de GRAIN. “La concentración de la tierra agrícola en menos y menos manos está directamente relacionada con el creciente número de personas que padecen hambre cotidianamente”.
Las agencias internacionales siguen diciendo que necesitamos producir más comida de modo que podamos alimentar a la creciente población. Pero mucha más comida podría producirse casi de inmediato si las y los campesinos tuvieran acceso a más tierra y pudieran trabajar en un ambiente de políticas públicas que propiciara su labor, en vez de las condiciones de estado de sitio que enfrentan hoy.
Necesitamos urgentemente regresarle la tierra a los campesinos e impulsar una genuina reforma agraria integral como centro de la lucha en pos de mejores sistemas alimentarios. Esto es algo por lo que han pugnado por mucho tiempo ya las organizaciones campesinas y los movimientos de pueblos sin tierra.