¿Qué plaguicidas estamos usando?

Por lidia inés

Hace pocas semanas, en la provincia argentina de Buenos Aires, murió un operario que trabajaba con plaguicidas, de un cáncer aparentemente provocado por esas sustancias químicas, que aplicaba sin ninguna clase de protección ni entrenamiento. Se llamaba Ezequiel Ferreyra, tenía 6 años y desde los 4 años se desempeñaba como esclavo en un establecimiento de cría de aves.

Recordemos que la Convención Internacional de los Derechos del Niño califica como esclavitud cuando se emplean menores en tareas nocturnas, peligrosas o insalubres.

Sabemos lo que hacía Ezequiel Ferreyra en ese establecimiento porque él mismo lo contó en un video grabado cuando tenía 4 años: ponía líquidos para matar las moscas. No he podido saber de qué sustancias se trataba, pero de los efectos cancerígenos podemos deducir que tal vez haya sido uno de dos peligrosos insecticidas clorados, aún de uso legal en Argentina. Pudo haber sido:

  • El DDVP (Vapona) prohibido en Estados Unidos para usos domiciliarios. Es el que emplean en nuestras casas los empleados de las empresas fumigadoras que matan cucarachas, o
  • El Endosulfán, un insecticida de uso agrario, tan rechazado que la propia empresa productora (Bayer) anunció su inminente retiro del mercado.
  • O, por supuesto, cualquier sustancia de las de venta ilegal, que circulan sin suficientes controles.

Estamos ante un crimen, sin duda, pero sería un error atenernos exclusivamente a sus aspectos policiales y de impunidad institucional. Hay además, una cuestión de cómo se entienden la economía y la sociedad.

En muchos países, la reacción frente al modelo neoliberal (que siempre estaba dispuesto a “enfriar” la economía recortando salarios) fue un productivismo sin control alguno. Muchos empresarios y políticos del Tercer Mundo admiran el modelo chino, que restauró el capitalismo sin establecer las normas de protección ambiental y social del capitalismo desarrollado.

Hay que producir y producir, crear riqueza y fuentes de trabajo, sin que importen las consecuencias, tal como se hacía en la Inglaterra que comenzó a usar las máquinas de vapor en el siglo XVIII.

El resultado se parece mucho a lo que los militares llaman “daños colaterales” cuando bombardean una población civil. El modelo productivista causa víctimas y es necesaria una acción ciudadana para reducirlas.

Por eso me parece importante la reciente recomendación de la Defensoría del Pueblo de la Nación, a cargo del Dr. Anselmo Sella, hecha a propuesta del Ing. Claudio Lowy, de revisar los criterios de aprobación de agroquímicos.

En cualquiera de estas sustancias, actualmente sólo se tiene en cuenta el daño que puedan provocar en el momento de su aplicación y no las consecuencias del largo plazo. Es decir, se verifica si envenena en forma instantánea, pero no si causa cáncer, por ejemplo. La recomendación pide que la rotulación de las sustancias contemple “todos los daños a la salud” que puedan ocasionar.

Sella, pidió al ministro de Agricultura que los estudios sobre los que se basan las clasificaciones de los agroquímicos “sean realizados por entidades de acreditada y reconocida independencia de criterio”, ya que habitualmente se dan por válidas las presentaciones de las propias empresas fabricantes.

Las presentaciones realizadas en la Defensoría resaltaron que los agroquímicos provocaron “mayores porcentajes de niños nacidos con malformaciones congénitas y abortos espontáneos asociados a las aplicaciones de agroquímicos”, especialmente, en las provincias de Misiones y Chaco. Además, causaría “la degradación de la capacidad productiva del suelo, contaminación del aire y envenenamiento de los cursos de agua, en zonas tabacaleras y arroceras”.

La aplicación aérea de agroquímicos es “una práctica que, por estar los cultivos tan cercanos a los barrios y a las rutas, afecta a los vecinos y viajantes”, agregó Sella. A modo de ejemplo, la Defensoría del Pueblo mencionó un informe oficial elaborado en Chaco que señaló “que los casos de cáncer en niños menores de 10 años se triplicaron en la última década”, y que el incremento coincide con prácticas y técnicas de cultivo que incluyen “pulverizaciones aéreas con pesticidas”.

Los detalles se refieren a la Argentina, pero es probable que la situación sea muy semejante en los demás países latinoamericanos.


En esta entrega ustedes reciben:

  • La resolución de la Defensoría del Pueblo que pide un mayor control de los plaguicidas. La pueden bajar de esta dirección:http://ambienteacademico.com.ar/imgmails/Defensor%20del%20Pueblo.doc
  • El recordatorio de mi libro “Historia Ecológica de Iberoamérica”.
  • La obra de arte que acompaña esta entrega es una miniatura árabe del siglo XIII que muestra un mercado de esclavos en Yemen. Ni la Biblia ni el Corán condenan la esclavitud. Sólo lo hacen las Repúblicas modernas, pero sin atreverse a llevar estos principios a la práctica.

Antonio Elio Brailovsky

http://jofi.lacoctelera.net/post/2010/12/05/que-plaguicidas-estamos-usando

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