El escritor uruguayo Eduardo Galeano, autor de Las venas abiertas de América Latina, recibió en septiembre pasado el premio Stig Dagerman, uno de los más prestigiosos galardones literarios de Suecia, en reconocimiento a su incansable lucha en defensa de los más desfavorecidos. El jurado manifestó que el premio se le concedía por estar “siempre y de forma inquebrantable del lado de los condenados”. En este artículo, y como homenaje, Gustavo Duch convoca varias voces que describen algunas de las singulares facetas de Eduardo Galeano.
Este pasado mes de agosto Eduardo Galeano escribía un artículo titulado ‘Grandes inventos de la humanidad’ donde nos contaba… -fíjense- sobre el paraguas, las puertas giratorias o el semáforo. Añadiré a la lista, con su permiso, otra gran invención: un artilugio que a modo de red enlaza y conecta a muchas personas de cualquier lugar. Y no me refiero al nacimiento de internet –que cumple una misión parecida- sino a un sistema de comunicación mucho más viejo. Una tremenda telaraña invisible, unos latidos de tam-tam, unas señales de humo, que rebotan mensajes, avisos, saludos de una persona a otra y de ésta a una tercera, y así sucesivamente para ensamblar, sin saber cómo -que tampoco hace falta- a las mujeres mutiladas por el machismo con las mujeres que resisten en territorios militarizados; al campesinado asiático acorralado por una multinacional con el campesinado latinoamericano enjaulado por la misma multinacional; a pensadores privados de libertad de expresión con personas encadenadas por el sistema capitalista sin libertades de ningún tipo; a indígenas cobijados bajo las alas de la Madre Tierra con reskatadores de pueblos abandonados, sin antecesores… Una invención sin inventor y sin patentes que reúne a las gentes que luchan por transformar el mundo desde el compromiso y la solidaridad.
Desde una esquinita del invento en cuestión, y ante la invitación de la organización de UNIVERSO GALEANO, en Calella de la Costa (Catalunya) donde pasó varios años de su vida desterrada, mi colaboración –pensé- debía ser recoger y ensartar palabras de cariño y reconocimiento de algunas personas de esta red de lucha y creatividad, en diferentes lugares del continente americano… la tierra que pisan los escritos de Galeano. Y accioné el artilugio: (mais…)
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