NUEVA YORK, dic (IPS) – En todo el mundo, campesinos se ven atrapados en un círculo vicioso: los gobiernos no invierten lo suficiente en la agricultura y los productores locales se ven expulsados de sus tierras para ir a parar a tugurios urbanos donde se hunden más en la pobreza. Esto sólo dificulta los esfuerzos para aliviar el problema de la desnutrición: en todo el mundo, 925 millones de personas siguen sufriendo hambre crónica, según las cifras divulgadas en septiembre por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Olivier de Schutter, reportero especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el derecho a la alimentación, señaló que la solución más sostenible es incrementar las inversiones agrícolas en los países del Sur en desarrollo para mejorar los ingresos de los campesinos y darle una mayor estabilidad al sector.
De Schutter, quien trabaja en forma independiente de cualquier gobierno u organización, fue designado en mayo de 2008 por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra. Desde entonces, ha visitado a Nicaragua, Guatemala, Brasil, Benín y Siria.
IPS: ¿Cuán importante es la agricultura en las economías de los países en desarrollo?
OLIVIER DE SCHUTTER: Varios países en desarrollo dependen demasiado de un puñado de materias primas, como el algodón, el café, el tabaco o el azúcar. Esto los hace muy vulnerables a los cambios de los precios de esos productos, y también significa que tienen una tendencia a invertir mucho en esos cultivos para su exportación y menos para el consumo local.
Es el caso de casi todos los países de África subsahariana. Yo, por tanto, insto a esas naciones a que hagan dos cosas: primero, invertir en la agricultura interna para que se alimenten ellos, y sean menos vulnerables en el futuro a los incrementos de precios para su seguridad alimentaria.
Segundo, que diversifiquen sus economías para tener un sector secundario (la industria) y otro terciario (los servicios) que puedan absorber la mano de obra excedente y disminuir la dependencia en un rango limitado de los cultivos de exportación para sus ingresos.
IPS: ¿Una mayor productividad agrícola impulsaría las economías de algunos de los países más pobres en África y Asia?
ODS: Los incrementos en la productividad agrícola pueden ser fundamentales si benefician a los campesinos, que son los más pobres. Setenta y cinco por ciento de la pobreza mundial todavía existe en las áreas rurales. Mejores ingresos para esos pobres rurales hará que puedan comprar más de los productores y proveedores de servicios locales, con un importante efecto multiplicador en las economías y también beneficiando a los sectores de la industria y de los servicios en el país.
IPS: ¿Qué tipo de inversiones recomienda?
ODS: Se necesitan tanto inversiones públicas como privadas. Los países simplemente no tienen el presupuesto necesario, muchos carecen de recursos.
Ciertas inversiones probablemente deban ser hechas por el Estado, ya que no existen incentivos o son débiles para el sector privado. Por ejemplo, los estados deberían desarrollar servicios de extensión, infraestructura rural e investigación agrícola. Deberían crear escuelas agrarias y apoyar organizaciones y cooperativas de campesinos.
Las inversiones del sector privado son también importantes y pueden complementar las públicas. Pero no deben tomar la forma de adquisiciones a gran escala o de compra de tierras, que pueden causar tremendas perturbaciones sociales y políticas, y constituyen un retroceso en los esfuerzos para mejorar el acceso a tierras por parte de los pobres, que por lo general tienen poco para cultivar.
Entonces, ¿cuál es la alternativa? Creo que ciertas formas de contratos agrícolas pueden brindar importantes beneficios para los campesinos, permitiéndoles ser apoyados por inversiones sin privarles de acceso a sus tierras.
IPS: ¿Cuánto exactamente necesita la agricultura y cuánto se ha invertido ya? ¿Cuál es el déficit?
ODS: Se estima que, para relanzar la agricultura en África subsahariana y cubrir 30 años de olvido, serán necesarios entre 35.000 millones y 45.000 millones de dólares anuales durante un periodo de cinco años (2010-2015). Eso es más de lo que se ha prometido hasta la fecha y, de hecho, poco dinero se ha prometido.
IPS: ¿Cuáles son algunas de las soluciones para esta falta de responsabilidad?
ODS: La participación de los parlamentos nacionales y de organizaciones de la sociedad civil, incluyendo grupos de campesinos, puede ser muy importante para garantizar que los gobiernos tomen decisiones bien informados y sobre la base de una adecuada comprensión de lo que necesitan los pobres.
Yo recomiendo la adopción de estrategias que sean desarrollados en marcos participativos, a través de los cuales los gobiernos establezcan puntos de referencia para ellos mismos dentro de un plazo de tiempo especificado y atribuyan responsabilidades en diversos departamentos para la adopción de las medidas necesarias con el fin de lograr esas metas.
Esto incrementa la responsabilidad del gobierno, ya que tendrá que justificar no haber tomado acciones y explicar por qué no cumplió las metas que se fijó para sí mismo.
IPS: ¿Se puede usar el alimento como arma de guerra?
ODS: Sí, se puede. Interrumpir el transporte de ayuda alimentaria a zonas afectadas por la guerra bajo el pretexto de que ésta podría terminar en manos de guerrilleros, matar de hambre a una población para castigarla por ser hostil al gobierno central o destruir cultivos y por tanto privar a la gente de su capacidad de alimentarse son graves violaciones a los derechos humanos.
En algunos casos, pueden constituir crímenes de guerra o contra la humanidad.
Sin embargo, lo más frecuente es el uso de alimentos como herramienta política, para recompensar a partidarios y castigar a oponentes.
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