Por Fabiana Frayssinet *
RÍO DE JANEIRO, mar (IPS) – El porcentaje de mujeres científicas casi se equipara al de los hombres en Brasil. Pero en la práctica del laboratorio o en la vida académica enfrentan sutiles barreras que les impiden tener las mismas oportunidades de carrera o igualdad salarial.
Según el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPQ por sus siglas en portugués) en 1993 las mujeres representaban 39 por ciento del total de investigadores científicos, mientras que ahora son 49 por ciento. Pero cuando se trata de jefaturas de laboratorio, ese porcentaje cae a 45 por ciento, y más en cargos superiores.
“De forma general el número de mujeres crece de manera continua en la ciencia brasileña”, dijo a IPS Jacqueline Leta, una especialista en la situación de género en la ciencia de la pública Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).
Con datos del censo de 2008, el estudio señala que la presencia masculina en los laboratorios era de 60.291 y la femenina de 57.662 mujeres.
Pero la situación varía cuando se analiza cada aérea, aclara Leta que integra el Programa de Educación, Gestión y Difusión en Ciencias del Instituto de Bioquímica Médica de la UFRJ.
Una presencia que es mayor en las áreas de salud y biología. Hay casos emblemáticos como el de la renombrada genetista Maiana Zats, coordinadora del Centro de Estudios del Genoma Humano de la Universidad de São Paulo (USP).
La genética es un sector donde las mujeres son mayoría según el CNPQ, con 1.049 investigadoras frente 976 varones. Pero la presencia femenina cae en áreas como la investigación en ingeniería, donde la proporción de mujeres disminuye a 4.151 frente a 15.203 hombres.
“Nadie escoge una carrera 10 días antes del examen de ingreso a la universidad”, explicó Leta al atribuir esa decisión a “años de influencia cultural, del padre y de la madre, del club, de lo que se divulga en Internet y en los noticieros”, donde la bata blanca y el microscopio son mayoritariamente para los hombres.
Son “complejas y diversas influencias que comienzan por escenas remotas en la infancia de niñas jugando con muñecas o juegos de costura y hombres, con autitos, videojuegos o juegos de ciencia”, ilustró.
La física Belita Koiller opina que el cambio debe ser cultural, a través de los medios de comunicación, mostrando más mujeres científicas y estimulando el acercamiento de las niñas y las adolescentes en los laboratorios.
“Muchas niñas que vienen en visitas de su escuela, quedan fascinadas y asustadas al mismo tiempo al ver mujeres en un laboratorio”, contó a IPS.
Son mitos sexistas que se desarman en casa pero también en la escuela.
Jorge Werthein, vicepresidente de Sangari Brasil dijo a IPS que mitos como el de que “las mujeres no tienen cabeza para la ciencia” son rebatidos por los datos. Sangari es una empresa basada en São Paulo, que promueve la ciencia desde la educación primaria, mediante métodos y materiales didácticos innovadores.
El también directivo del Instituto Sangari, dedicado a democratizar el acceso a la ciencia, destacó que el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes, “ha mostrado muy poca diferencia en el desempeño de niños y niñas en el área de ciencias”.
Werthein considera que la mejor política de inclusión “es la universalización en la calidad de enseñanza fundamental, para cualquier profesional de cualquier área, pero especialmente en el área de ciencias”.
“Si le damos iguales condiciones a mujeres y hombres tendrán iguales oportunidades. Si las niñas tienen acceso a una educación científica de calidad desde la infancia, podrán disputar el mercado de trabajo en mejores condiciones”, enfatizó.
Es en el mercado laboral y en la concesión de becas donde comienzan a manifestarse diferencias de género más visibles. Leta detalló que en Brasil de cada 100 personas con doctorado, 54 son mujeres. Pero solo 25 por ciento de las becas de postgrado se conceden a mujeres.
Una proporción que, por ejemplo, se mantiene en los cargos de dirección de la UFRJ donde trabaja, aunque la mitad de los docentes sean mujeres.
Beatriz Silveira Barbuy, una renombrada astrofísica brasileña, planteó a IPS que la situación mejora gradualmente, pero que las jóvenes científicas todavía tienen problemas por su género para investigar.
“Las mujeres en ciencia son tan capaces o más capaces que los hombres. Y todas las que conozco son excepcionales”, opinó. No obstante, “tienen que ser mejor que los hombres para ser reconocidas”, agregó la especialista del Instituto de Astronomía, Geofísica y ciencias Atmosféricas de la USP.
Reconoció que ha habido avances en temas como el otorgamiento de licencias de maternidad para becadas de maestrías y doctorados. Pero subrayó la dificultad de compatibilizar los muy largos horarios en los laboratorios con la maternidad.
Otra científica reconocida, la física Belita Koiller, ironizó que para superar ese problema, la mujer termina por seguir dependiendo de la familia y del marido también en el laboratorio.
“Necesita la sensibilidad del marido, para que pueda asumir y compartir tareas como cuidar de sus hijos”, sostuvo Koiller, del Instituto de Física de la UFRJ. “Requieren de una familia de alta calidad” para aceptar sus horarios, funciones y viajes, agregó Barbuy.
Al igual que las otras entrevistadas, Leta destacó que el “momento de ascenso en la carrera” representa todavía una barrera, a veces sutil pero real, para las científicas.
Es ahí cuando procedimientos de “sentido común” son sustituidos por un sistema de “meritocracia” que beneficia los hombres. “Existen diferencias enormes. Cargos de mayor jerarquía y poder, todavía están en manos de investigadores hombres”, opinó.
La mayoría de cargos de dirección, de coordinación de investigaciones o de otorgamiento de becas están en manos de hombres y “los hombres terminan escogiendo hombres”, explicó.
Las diferencias también son salariales. En Brasil de 80 a 90 por ciento de los investigadores están en las universidades, donde también son docentes, y en estas instituciones la igualdad de género salarial está reglamentada.
Pero en la práctica la remuneración acaba siendo menor para las mujeres. Leta lo asignó a factores como la existencia de puntajes adicionales, que aumentan los salarios básicos si, por ejemplo, tienen cargos de comisión o de dirección de unidades, mayoritariamente controlados por los varones.
Son barreras que, al igual que los mitos sexistas, la investigadora considera que tienen que ser derrumbados también en carreras consideradas “femeninas” y con carencia de hombres, como las ciencias de la educación, la nutrición y la enfermería.
“Cuando hay hombres y mujeres actuando juntos se potencializa la creatividad, la diversidad del pensamiento y de la acción. Allí tendremos una ganancia real. Solo la suma produce el avance, también en la ciencia”, concluyó.
*Este artículo integra la cobertura de IPS por el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, que este año la ONU dedica al tema “Igualdad de acceso a la educación, la capacitación, la ciencia y la tecnología. Camino hacia el trabajo decente para las mujeres”.(FIN/2011).
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