Por Sonia Condori Sánchez, em Servindi
29 de diciembre, 2015.- La madrugada del 28 de enero del 2015, Rita Catashunga, alertada por sus vecinos de la ciudad amazónica de Nauta, corrió del puerto hacia su casa. Ahí encontró a la policía, la fiscalía y un cuadro estremecedor al ver muerta a su hija de 15 años. “Dorita” se había suicidado.
Este caso se suma a otros reportes de suicidios de adolescentes en Nauta e Iquitos. Nauta está a 100 kilómetros de Iquitos, en la región de Loreto, al noreste del Perú.
La mayoría de la población de Nauta es de la etnia Kukama. Los pobladores tienen una conexión muy estrecha con el río, pescando desde sus canoas, sembrando y cosechando cultivos como yuca y arroz, y cuidando los espíritus que habitan en las profundidades del río. Con estas actividades, mantienen la unidad y el equilibrio.
Sin embargo, en los últimos años la vida en Nauta se ha modificado. Los cambios rápidos en la vida de los jóvenes indígenas son un factor relevante en los suicidios.
Óscar Espinosa, antropólogo de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), estudia los suicidios en Loreto desde el 2005 y ha identificado posibles causas de lo que sucede en Nauta.
“Son un conjunto de factores que están presionando: el derrame de petróleo (de barcazas o pozos petroleros), la empresa maderera, la delincuencia, el narcotráfico, la prostitución, etc. Antes Nauta era un lugar tranquilo. Solo vivían los que estaban ahí. Ahora hay mucha gente que viene de otras localidades amazónicas, y llevan sus costumbres, droga y basura. Hay un choque entre lo urbano y lo indígena”, dice Espinosa.
Según el psicólogo del Centro de Salud de Nauta Omar Peixoto, “hay que tomar en cuenta el problema de la contaminación en Nauta, las empresas petroleras no han cumplido con la remediación ambiental. Cuando se extrae el petróleo, el agua sale tres veces más salada que el agua de mar y si se vierte sin purificar en las cochas y los ríos, causa problemas en el ecosistema y en las personas que utilizan este tipo de agua. Eso genera un malestar en la población”.
Este nuevo contexto crea inseguridad e incertidumbre en los jóvenes indígenas.
“Antes los jóvenes indígenas sabían que se dedicarían a la chacra o a la pesca como sus padres o abuelos. Tenían un rol definido. Ahora no hay repuestas claras y eso incrementa la sensación de no saber qué hacer en este nuevo escenario”, dice Espinosa.
Faltan registros de casos
Los casos de suicido en Nauta se presentan con notoriedad desde el 2001. En ese año se reportaron aproximadamente tres suicidios de adolescentes. Pero la etapa más crítica fue en el 2008 con aproximadamente 32 a 40 suicidios.
El doctor Néstor Aguilar, psiquiatra del Hospital Regional de Loreto, ha estudiado los casos de suicidio en Nauta desde el 2008 y afirma que “los adolescentes, principalmente mujeres, desarrollan un trastorno disociativo de posesión”.
Este trastorno está relacionado a un trance de posesión que consiste en “la sustitución de la identidad personal por otra, atribuida a la influencia de un espíritu, poder, deidad u otra persona”, según se explica en la Cuarta Edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA).
Para el doctor Aguilar este trastorno puede ser catalogado como un Trastorno Mental Cultural, ya que es producido por estresores psicosociales y culturales como marginación, discriminación, pobreza, abandono, violencia y abuso sexual.
“Lo llamativo de este trastorno es su presentación casi epidémica. En un momento un adolescente presenta el cuadro y en cuestión de minutos otros adolescentes resultan con la misma sintomatología”, agrega Aguilar.
A principios de setiembre se registraron otros tres casos de suicidios de adolescentes —una joven de 13 años y dos muchachos de 15 años— en Punchana, un distrito de Iquitos. “Es un problema frecuente”, dijo Miguel Cadenas, párroco de la Parroquia La Inmaculada en Punchana.
A pesar de la persistencia del problema, el Ministerio de Salud (MINSA) no cuenta con un archivo actualizado de datos sobre suicidios. En la última data del período 2009-2013 solo aparecen registrados siete suicidios en Loreto.
Marco Bardales, integrante de la Oficina General de Estadística e Informática del MINSA, señala que en este mismo período “no se han registrado muchos casos de suicidio en el departamento de Loreto, debido probablemente a la existencia de un alto porcentaje de subregistro de las muertes”.
Tampoco se tiene ningún Estudio Epidemiológico de Salud Mental de comunidades indígenas o etnias como las Kukama, Chayahuita, Achual o Jíbaro, a pesar de que en el último censo del 2007 que realizó el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) se mostró que la población nativa amazónica representaba un 11.9% de la población total de Loreto.
Perspectiva cultural ausente
En el 2004 el Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, uno de los dos hospitales de salud mental que existe en el Perú, desarrolló el Estudio Epidemiológico de Salud Mental en la Selva Peruana en la zona urbana de las ciudades de Iquitos, Pucallpa y Tarapoto. Este estudio demostró que estas ciudades tenían una frecuencia de vida de trastorno psiquiátrico más altas. Específicamente en depresión y ansiedad.
En el 2009 este instituto realizó un Estudio Epidemiológico de Salud Mental en la Selva Rural concentrándose esta vez en el área rural de Iquitos y Pucallpa. Los resultados evidenciaron que los trastornos clínicos más frecuentes fueron la fobia social y la depresión moderada a severa entre los adolescentes, en el cual 15.1% alguna vez en su vida presentó deseos de morir y el 0.6% había intentado suicidarse alguna vez en su vida.
“No se cuenta con un marco teórico ni los instrumentos apropiados. Además, faltan más estudios antropológicos y sociológicos para poder ingresar a las comunidades indígenas. Es un área completamente virgen, eso lo hace más complicado”, explica el doctor Javier Saavedra, director ejecutivo de la Oficina de Apoyo a la Investigación y Docencia Especializada del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi.
En un estudio sobre el suicidio en la juventud indígena de los pueblos Awajún en el Perú, Guaraní en Brasil y Embera en Colombia, realizado por el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF) en el 2012, se observó que el enfoque occidental y el diseño de los instrumentos convencionales “tienen limitaciones”, por ello en esta investigación “la metodología se centró en el trabajo directo con grupos de jóvenes de las comunidades”.
“El análisis de este tema es más viable desde una perspectiva cultural y no tanto desde una perspectiva psiquiátrica y psicológica. Por ejemplo cuando un adolescente awajún se suicida, la causa no necesariamente es la depresión. Esa ecuación entre suicidio y depresión en el mundo awajún no vale. Sin embargo, el personal médico dice que el suicidio es por un cuadro de depresión”, señala Espinosa.
Además es necesario que se pueda replantear la forma del tratamiento médico.
“Si se enferma una persona del apellido Kukama, todo el apellido es el que sufre y por ende todo el apellido debe involucrarse en la curación del enfermo. El tratamiento es integral y no individual”, indica el párroco Cadenas.
En el momento del traslado del cuerpo de “Dorita” de Nauta a la Morgue Central de Iquitos, un profesor del colegio Miguel Grau de Nauta, acusó a Catashunga de maltratos físicos contra su hija. Pero él no mostró pruebas, y los vecinos de la madre la defendieron. Ella solo quería estar al lado de su hija. “Todavía sueño mucho con mi hijita”, dijo, “y en mis sueños conversamos a través del río”.
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Fuente: Fronteras Ambientales