“No tiene absolutamente nada de inteligente”, afirma en un trascendental taller sobre agricultura climáticamente inteligente celebrado en Lima Jean-Baptiste Chavannes, líder haitiano de La Vía Campesina que se ocupa de la coordinación del trabajo del movimiento sobre cambio climático. “La crisis climática tiene su origen en el sistema económico capitalista, que también está en crisis”, explica. “Los empresarios están intentando salir de esta situación y, para ello, implantan el capitalismo verde, que se caracteriza por la agricultura climáticamente inteligente.
Por Salena Tramel, La Via Campesina
Un nuevo informe de la NASA y de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) confirma de manera irrefutable lo que muchos científicos habían predicho: 2014 ha sido oficialmente el año más caluroso del que se tiene registro. Y el año pasado no ha sido una anomalía, los 10 años más calurosos de los que se tiene constancia han tenido lugar a partir de 1998.
Este anuncio se suma a la urgencia expresada el mes pasado en Lima, donde líderes políticos y magnates de todo el mundo se reunieron en la vigésima sesión anual de la Conferencia de las Partes (COP 20) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). El encuentro en Perú fue histórico porque se trataba de la última ocasión en la que este órgano decisorio se reunía antes de la COP 21, que se celebrará el próximo diciembre en París y en la que se firmará un acuerdo internacional vinculante sobre el clima.
Sin embargo, los movimientos cada vez más amplios de quienes se hallán en primera linea de la alteración climática sostienen que las soluciones políticas de alto nivel pregonadas en instancias como la COP no son sino falsas promesas que excluyen a las voces marginadas. La Vía Campesina es probablemente el más destacado de estos movimientos, ya que representa a más de 250 millones de personas campesinas, ganaderas e indígenas de todo el mundo. La Vía Campesina, junto con sus aliados, que incluyen desde organizaciones de trabajadores hasta redes medioambientales, organizó en Lima la Cumbre de los Pueblos, su propia versión del proceso de la COP 20, para promover soluciones a la crisis climática desde las bases y refutar la naturaleza excluyente de las negociaciones oficiales impulsadas por el sector empresarial.
La COP 20 promovió intensamente dos políticas: la Reducción de Emisiones de Carbono causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD, por sus siglas en inglés) y la agricultura climáticamente inteligente. El objetivo de ambas es reducir la temperatura gobal mediante el comercio de emisiones de carbono. A primera vista, REDD y la agricultura climáticamente inteligente parecen ser actuaciones loables, sobre todo, porque sus nombres ofrecen una imagen de aparente respeto por el clima. No obstante, bajo ese barniz, estos programas generan el caos en unos ecosistemas que ya son muy inestables y menoscaban los medios de subsistencia de las personas humildes.
Tomemos como ejemplo REDD. En pocas palabras, REDD permite que los países industrializados ricos y las corporaciones sigan contaminando mediante la compra de bosques en los países del Sur para compensar el carbono que sus actividades en otros lugares del planeta emiten a la atmósfera. Estos bosques, gestionados cuidadosamente durante generaciones por los pueblos indígenas, se incorporan al mercado, lo que a menudo desemboca en el desalojo forzoso de estas comunidades. Para empeorar las cosas, REDD no distingue entre bosques naturales y plantaciones industriales de árboles, lo que conlleva que con frecuencia su aplicación ocasione pérdidas masivas de biodiversidad.
“Ninguna excusa es válida para transformar la naturaleza en mercancía”, declara Tom Goldtooth, director de la Red Ambiental Indígena, con sede en Estados Unidos y Canadá, que trabaja en estrecha colaboración con La Vía de Campesina. Ambas organizaciones se oponen a REDD y trabajan conjuntamente en espacios como No REDD in Africa Network. Goldtooth habló con autoridad en la Cumbre de los Pueblos en Lima, donde advirtió del carácter interrelacionado del imperialismo, la militarización y las estrategias basadas en el mercado. “Estamos en contra de la OMC del cielo”, concluyó.
La agricultura climáticamente inteligente, otra piedra angular de la estrategia en los trabajos de la COP, retoma básicamente los principios de REDD y los aplica a las tierras cultivables. Entre el 44 y el 57 por ciento del conjunto de emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la producción alimentaria, y la inmensa mayoría de éstas son resultado directo de prácticas agricolas industriales que despilfarran los recursos. La agricultura climáticamente inteligente se fundamenta en los elementos característicos de la Revolución Verde —semillas modificadas genéticamente, pesticidas químicos y fertilizantes artificiales, en nombre de la intensificación y la productividad— para imponer a los campesinos y campesinas de todo el mundo nuevos productos biotecnológicos, generando así una nueva ola de dependencia de los mercados. Como en el caso de REDD, los inversores del hemisferio norte recibirán créditos de carbono por participar en proyectos de agricultura climáticamente inteligente que se desarrollen en los países del Sur, lo que aumentará la especulación en el sistema alimentario al incrementar su rentabilidad.
“No tiene absolutamente nada de inteligente”, afirma en un trascendental taller sobre agricultura climáticamente inteligente celebrado en Lima Jean-Baptiste Chavannes, líder haitiano de La Vía Campesina que se ocupa de la coordinación del trabajo del movimiento sobre cambio climático. “La crisis climática tiene su origen en el sistema económico capitalista, que también está en crisis”, explica. “Los empresarios están intentando salir de la crisis y, para ello, implantan el capitalismo verde, que se caracteriza por la agricultura climáticamente inteligente.”
La consigna de la Cumbre de los Pueblos en Lima —”Cambiemos el sistema, no el clima”— se mantendrá durante este año y hasta la COP 21 de diciembre en París, donde, de nuevo, volverá a desarrollarse otra Cumbre de los Pueblos en paralelo a las negociaciones oficiales. La Vía Campesina y su sólida red de aliados están comprometidas con sus alternativas rompedoras, particularmente con la soberanía alimentaria y la agroecología.
La soberanía alimentaria asume el principio fundamental de que los trabajadores y trabajadoras rurales y sus homólogos urbanos —no las instituciones del mercado ni las empresas— son quienes deben determinar el sistema alimentario mundial. La agroecología y establecer mercados locales siguiendo métodos ecológicos que se basan en conocimientos ancestrales de probada eficacia son las prácticas fundamentales para lograr la soberanía alimentaria. Mediante este proceso, el carbono es absorbido por el suelo, lo que contribuye a frenar los patrones del calentamiento global al tiempo que se protege el derecho a la tierra. “La agroecología puede duplicar la producción de alimentos en regiones enteras en un plazo de diez años y, simultáneamente, mitigar el cambio climático y reducir la pobreza rural”, afirma Olivier de Schutter, ex relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, tras presentar su informe ante el Consejo de Derechos Humanos en marzo de 2011.
REDD y la agricultura climáticamente inteligente son programas experimentales con consecuencias irreversibles para el medioambiente, mientras que la soberanía alimentaria y la agroecología respetan los sistemas naturales del planeta. “La soberanía alimentaria es nuestra lucha contra el capitalismo y contra el modo en que conforma nuestras tierras”, declara la representante del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, Nivia Regina da Silva. El MST es miembro fundador de La Vía Campesina que, entre otras iniciativas, dirige escuelas de formación política y de agroecología por todo el país. Junto con otros miembros y aliados de La Vía Campesina, el MST organizó la animada conferencia sobre soberanía alimentaria que constituyó uno de los ejes centrales de la Cumbre de los Pueblos en Lima.
“La agricultura campesina puede alimentar al mundo y enfríar el planeta”, asevera Jean-Baptiste.
El activismo de La Vía Campesina en relación con el clima es parte integral de su obligación de representar a las personas más afectadas por la injusticia del sistema. Y este año, al tiempo que se siguen desarrollando las negociaciones de alto nivel, el movimiento y sus aliados se asegurarán de que cada vez más aumente la presión.
Foto: Via Campesina.