Servindi, 13 de febrero, 2014
La historia de Acuña, una campesina madre de cuatro hijos que nunca pudo aprender a leer ni a escribir y que ganó un juicio a la empresa minera que más oro produce en Sudamérica, saldrá publicada en el siguiente número de Etiqueta Verde, hermana de la revista Etiqueta Negra. Aquí un avance de la prestigiosa revista de crónicas.
Máxima Acuña
Por Etiqueta Negra
Este no es un lugar para metáforas fáciles sobre David y Goliat. Esto está sucediendo. El martes pasado, hombres de seguridad de la minera Yanacocha, la mayor productora de oro en Sudamérica, ingresaron a un terreno conocido como Tragadero Grande, a cuatro horas de la ciudad de Cajamarca —sierra norte del Perú— y destruyeron los cimientos de la casa que construían Máxima Acuña y su esposo Jaime Chaupe. El predio —de más de veinte hectáreas que la minera Yanacocha reivindica como suyo— está habitado desde hace años por los Acuña-Chaupe.
En diciembre, la Corte Superior de Cajamarca los declaró inocentes de la supuesta ocupación ilegal de esas tierras. Máxima Acuña ha denunciado que desde 2011 la minera Yanacocha intenta desalojarlos por la fuerza, y que en estos años grupos de hombres enviados por ellos han incendiado su casa tres veces, han golpeado a su familia, han matado a su perro y sus ovejas, han amenazado a sus hijos y han confiscado parte de sus pertenencias.
Luego del fallo de la Justicia, Máxima Acuña creyó que dejarían de hostigarla. Entonces eligió con su familia una colina protegida por un cerro, a doscientos metros de su casa en Tragadero Grande, para levantar una nueva vivienda de tapial, pues la de ahora —de arcilla y calaminas— está a punto de caerse por las lluvias. Ella y su familia abrieron zanjas, recolectaron piedras para las bases y empezaron a hacer las paredes con arcilla. Pero este martes, bajo la vigilancia de la policía, los hombres de Yanacocha entraron y destrozaron esos cimientos.
La minera aduce que el lugar donde construían no pertenece a las tierras en litigio, y que actuaron en defensa de su posesión. La abogada de Máxima Acuña ha desmentido a Yanacocha: el fallo de la Justicia, explicó, involucra todo el territorio que abarca Tragadero Grande. Se trata —dijo— de un acto intimidatorio.
Hace unos días, mientras su familia trabajaba en los cimientos de su nueva casa, Máxima Acuña le dijo a Joseph Zárate, reportero de Etiqueta Verde: «Si quieren sacarme de aquí, me van a tener que matar». La historia de Acuña, una campesina madre de cuatro hijos que nunca pudo aprender a leer ni a escribir y que ganó un juicio a la empresa minera que más oro produce en Sudamérica, saldrá publicada en el siguiente número de Etiqueta Verde. Pero no basta con enterarnos: sucede lejos, en un rincón lejano de la sierra del Perú, y, en apariencia, le sucede a una sola familia. Ese es el espejismo, cuando tarde o temprano se trata de nosotros.