Servindi – Un reciente estudio realizado en diversas zonas rurales de México reveló que la población indígena de ese país padece una alta mortalidad vinculada al consumo excesivo de alcohol.
Luis Berruecos Villalobos, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), dijo que dentro de la población indígena mexicana, al menos el 47 por ciento de los hombres son bebedores, mientras el 32 por cientos son mujeres.
El estudioso informó asimismo que el consumo per cápita promedio en los hombres es de 47 litros de aguardiente al año y 162 litros de cerveza.
Berruecos Villalobos, especialista en el estudio del alcoholismo en poblaciones marginadas, indicó que la mortalidad por cirrosis se localiza principalmente en la parte central del país, que incluye los estados de México, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala, que presentan altos porcentajes de población indígena.
A nivel mundial, en caso de muertes por cirrosis hepática, México se ubica en los primeros lugares con un promedio de 22 muertes por cada 100 mil habitantes, aunque las variaciones por estados son considerables, pues oscilan de 6.7 por cada 100 mil personas en Durango, a 44.1 en Hidalgo.
El investigador dijo que el problema del consumo excesivo de alcohol por parte de la población indígena, se aprecia claramente en el Valle del Mezquital, habitada por etnias Ñahñú, donde se estima que la tasa de mortalidad por alcoholismo es 140 por 100 mil habitantes.
Asimismo, se realizaron estudios con la población indígena de la sierra norte de Puebla, donde el consumo per cápita de aguardiente es alrededor de un litro por semana.
“Estas cifras son muy altas. Esto implica un gasto que representa 10 por ciento del salario. En relación con la cerveza, se destina de forma adicional hasta 24 por ciento del ingreso”, señaló.
Berruecos manifestó que las consecuencias del consumo desenfrenado del alcohol, si bien constituyen graves problemas de salud pública en las zonas urbanas, lo son más aún en regiones rurales e indígenas donde no se tiene acceso directo a los servicios de salud.
Por ello, consideró “urgente realizar más acciones sobre los patrones de consumo en zonas indígenas y sus repercusiones en los ámbitos individual, familiar, social y laboral; sino de prevención, tratamiento y rehabilitación, que permitan el diseño de estrategias para atender a la población enferma y prevenir que el mal siga creciendo”.
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