Perú: El exterminio de los Kandozi y los Shapra por la hepatitis B y la indiferencia pública

Niños Kandoshi. Foto: Unicef
Servindi, 12 de abril de 2010.- La hepatitis B estuvo en toda la amazonía peruana pero aún se espera que se erradique totalmente de los pueblos Kandozi y Shapra que fue afectado entre los años 96 y 98 por una epidemia que aún no ha sido exterminada y que los viene exterminando. En estos años se realizaron los primeros estudios sobre la prevalencia del virus.

Según lo declaró Geanina Lucana, representante de la asociación WWF, actualmente el 80 por ciento de los Kandozi ha sido infectado por la hepatitis B, lo que corresponde a un aproximado de dos mil personas. De este grupo, 78 por ciento presentan síntomas crónicos de la infección y no reciben el tratamiento adecuado.

El año 2003 se inició una campaña de vacunación contra la hepatitis B. Entonces existían más de tres mil personas afectadas en  las 49 comunidades indígenas en las que habitan los Kandozi y Shapra.

En junio de 2005, el gobierno de Finlandia ofreció al Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por su sigla en inglés) dos donaciones que sumaban 11,7 millones de dólares para contribuir a mejorar el nivel de vida de los niños y niñas más pobres y excluídos del mundo. Este apoyo también incluía a la población Kandozi y Shapra.

El UNICEF y el Ministerio de Salud (MINSA) proporcionaron entonces una red de cadena en frío mediante siete puestos de vacunación dotados de refrigeradores solares y además nueve embarcaciones a motor para transportar las vacunas y al personal de salud. El objetivo de la campaña fue liberar de la hepatitis B a una nueva generación del pueblo Kandozi y Shapra.

“La contribución de Finlandia nos ofrece mayores posibilidades para llegar a más niños y niñas indígenas en la Amazonía” afirmó oportunamente Andrés Franco, representante de UNICEF en el Perú. “Son las donaciones más elevadas que jamás haya recibido UNICEF en la región, y beneficiarán a alrededor de 100.000 niños y niñas” indicó.

Los de UNICEF reconocieron que la campaña fue muy ardua y compleja porque los nacimientos se producen en hogares de comunidades muy aisladas geográficamente.

En el mismo año de 2005 ochentitrés (83) trabajadores de salud fueron capacitados para informar a las instalaciones de salud sobre nuevos embarazos y comunicar a las comunidades sobre las medidas para prevenir la hepatitis B.

También se capacitó a un poblador para que haya una comunicación eficiente con la comunidad. “Hemos capacitado a un kandozi, una persona de la comunidad” y “su presencia ha sido fundamental para la campaña” explicó Franco en una nota de UNICEF.

La ventaja es que “conoce a la gente, el idioma, y está convencido de que ésta es la manera de salvar a su pueblo de la extinción. Le hemos explicado con números que si no actuamos ahora, todo el mundo en su comunidad habrá desaparecido en 10 años” explicó Franco.

La hepatitis B sigue diezmando a la población indígena

En noviembre de 2009 el Apu de Puerto Chindúam, Venancio Ukuma, de la provincia de Datem del Marañón, y que también padece la enfermedad, solicitó apoyo al Ejecutivo para combatir la epidemia que llegó a afectar al 80 por ciento de los dos mil 500 pobladores indígenas.

Ukuma narró en la emisora Radio Programas del Perú (RPP) que la enfermedad está afectando a mujeres y hombres desde hace 5 años y aclaró que si bien existen vacunas para los menores los adultos no reciben la misma atención.

Tal declaración fue respaldada por Geanina Lucana quién estuvo en la zona afectada y atestiguó que muchos pobladores de la etnia Kandozi se están muriendo actualmente de hepatitis B.

“Desde que el proyecto anunció su retiro el único centro de salud no cuenta con médico, no hay medicamentos. De nada nos sirven las vacunas en las congeladoras si no están llegando a los niños” denunció Geanina.

Geanina Lucana denunció entonces en RPP que existe una falta de interés de las autoridades para atender a los Kandozi y Shapra con hepatitis B. El Ministro de Salud Oscar Ugarte estaba ocupado para atendernos y el director general de Salud de las Personas del Ministerio de Salud, Martín Clendenes también se negó a atender a una comisión de representantes indígenas.

“Uno de los funcionarios del Minsa (Martin Clandenes) se comprometió a reunirse con nosotros para explicarnos cómo iba atender al pueblo que corre el riesgo de extinguirse por la epidemia”. Pero, “nos hemos quedado desde el viernes pasado hasta hoy y nos han confirmado que nadie nos va a recibir y que nos vamos a ir sin llevar una respuesta clara” lamentó en dicha ocasión.

Situación de emergencia

El 29 de marzo de 2010 y ante el incremento del contagio de la enfermedad el presidente del Comité Ciudadano de Lucha contra el Hepatitis, Edson Aguilar, pidió al sector Salud declarar en emergencia a la región Loreto.

“Se debe declarar en emergencia para lo que es el manejo y tratamiento de está enfermedad y para evitar la progresión de la cirrosis o cáncer al hígado” sobre todo en personas que tienen muchos años esta enfermedad y su estado de salud es muy crítico, anotó.

Aguilar informó que realizó visitas a esa zona del país y constató una desatención total por parte del Gobierno Regional de Loreto, a pesar de que las autoridades saben que se trata de un grave problema de salud pública.

“No hay ninguna estrategia, programa de atención, de despistaje y mucho menos de tratamiento para esta enfermedad en la región” afirmó Edson Aguilar.

El pedido fue respaldado plenamente por los representantes indígenas. “Pedimos que se declare en emergencia a la zona Kandozi” dijo Venancio Ukuma en su lengua materna y con la traducción del enfermero Simón Sánchez.

Por su parte Julio Castro Gómez, decano del Colegio Médico del Perú, solicitó además al gobierno investigar cómo se han contagiado los indígenas, ya que ellos sostienen que la hepatitis B apareció cuando la petrolera Occidental Petroleum Company comenzó sus trabajos de exploración en la zona.

Asimismo, demandó que se actualicen los datos sobre los Kandozi portadores de la hepatitis B para planificar una estrategia que trate esta enfermedad de manera integral y en todas sus fases.

“Falsa” alarma

El 30 de marzo de 2010 el director regional de Salud de Loreto, Carlos Manrique, informó que se declaró en emergencia a la provincia de Datem del Marañón. Sin embargo, un día después esta declaración fue desmentida por el propio Ministro de Salud, Oscar Ugarte, quién argumentó que la presencia de la enfermedad “está siendo controlada.

Según declaraciones vertidas a la Coordinadora Nacional de Radio (CNR), Ugarte aseguró que el contagio de dicho mal entre los indígenas del pueblo Kandozi es un problema endémico, que data del 2002, razón por la cual el Ministerio de Salud desarrolla regularmente campañas de vacunación a niños y recién nacidos.

“Desde el 2002 se inició la vacunación contra la hepatitis B en Datem del Marañón y particularmente en la zona Kandozi, donde el 70 por ciento de la población está afectada por este virus”, dijo el ministro.

Informó sobre la creación de un plan para combatir la situación, con la ayuda del Gobierno Regional de Loreto y de las autoridades locales, como el alcalde de Datem del Marañón, Emir Mesegkai Jempe.

Según fuentes locales recién el cuatro de abril de 2010 la Dirección Regional de Salud (Diresa) de Loreto estableció una vigilancia epidemiológica permanente en la provincia de Datem del Marañón para combatir los posibles casos de hepatitis B entre las comunidades de la zona.

Al día siguiente, Yuri Alegre, director adjunto de la Diresa, informó que una brigada de salud inmunizará a los niños y adultos del Datem del Marañón. Asimismo, explicó que las campañas de vacunación aplicadas desde hace cinco años “ayudan a controlar la situación”.

Lo real es que el problema continúa latente más allá de la actuación oficial de las autoridades y amenaza con el exterminio a una población indígena rica en tradiciones culturales pero vulnerable ante una epidemia incontrolada por la desatención del Estado, por su aislamiento geográfico y escasa población.

Como lo sostuvo Geanina Lucana, si el gobierno “ha reconocido el aporte del pueblo Kandozi en la conservación ambiental, por qué no le dan lo que corresponde por derecho: el acceso a un tratamiento de salud. Los Kandozi y los Shapra esperan la oportunidad de ver crecer a sus hijos y no de verse extinguir como pueblos”  afirmó.

Dato:

Los pueblos Kandozi y Shapra se encuentran en un ecosistema de humedales conocido como El Abanico del Pastaza, en la provincia de Datem del Marañón, región Loreto. Su principal actividad es la pesca sostenible y el respeto a la naturaleza y a sus costumbres ancestrales (RPP).

Los Shapra y Kandozi hablan un idioma común, con ligeras variaciones de dialecto. Su idioma no guarda afinidad alguna con ninguna otra conocida, lo que es tomado como señal de la gran antigüedad de su cultura (Unicef).

Los pueblos Kandozi y Shapra son pueblos diferenciados, aunque muy vinculados entre sí, a tal punto que el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) los presenta como un único pueblo étnico a los “Candoshi-Murato (Shapra)” en los resultados del censo de 2007, con una población de 3,255 personas.

Sin embargo, una publicación de Unicef registra que los Kandoshi habitan las cuencas de los ríos Huituyacu, Manchari, Chuinda, Chapuri y Ungurahui en el distrito de Pastaza; mientras que los Shapra habitan en las cuencas de los ríos Sicuanga, Pucha y Morona en el distrito de Morona, ambos en la provincia Datem del Marañón, región Loreto.

La hepatitis B (HB) es una enfermedad viral que produce inflamación del hígado. El virus de la hepatitis B (VHB) es altamente infeccioso y se propaga rápidamente a través del contacto con la sangre o líquidos corporales de una persona infectada. La infección puede producirse al nacer, cuando las madres se lo transmiten al bebé. Otras de las principales causas de la infección de HB son: la transmisión de niño a niño (horizontal), cuando éstos conviven en un mismo hogar; las transfusiones de sangre infectada; las agujas sin esterilizar, y a través de las relaciones sexuales.

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