Por Leydy Sulay Torra*
A sus 64 años de edad, después de emprender varias batallas y proyectos para su comunidad como primera gobernadora indígena reconocida, esta mujer disfruta la compañía de sus siete hijos, 20 nietos y tres bisnietos en quienes inculca el don del liderazgo.
8 de marzo, 2011.- Entre labores domésticas, siembra de las tierras, mingas para panela y leña, además del cuidado de la familia, las mujeres indígenas demuestran que son guerreras y que pueden contribuir al bienestar de su comunidad.
Rosa Virginia Sandoval, primera mujer gobernadora reconocida en el Huila, contagió a su pueblo con su espíritu luchador y logró el reconocimiento para su comunidad Tama Páez La Gabriela, hecho que trajo consigo otros beneficios.
‘Taitamayor’ como se diría en su lengua materna, creció en medio de la zozobra y la incertidumbre por ser indígena, pero jamás negó sus raíces, siempre estuvo y seguirá dispuesta a defender a su comunidad, esa misma que hoy reconoce en ella su entrega y laboriosidad.
A pesar de crecer en un pueblo indígena en donde la exclusión y la discriminación no se viven sólo por parte de la sociedad sino de los mismos hombres con quienes viven, día a día, las mujeres demuestran su liderazgo y sabiduría.
LA NACIÓN presenta la historia de Rosa Virginia, una mujer que con su liderazgo impartió a su comunidad valor y enseñanzas.
Rosa Virginia recuerda que creció en medio de persecuciones a su comunidad por ser indígenas e incluso desafiando la muerte.
“En el año de 1988 estábamos unidos como comunidad pero de forma silenciosa, porque en esos años habían persecuciones muy violenta para los indígenas. Nuestros padres nos decían que no habláramos en lengua materna, porque éramos indígenas muertos, así que para conservar nuestra vida, callábamos”, indicó.
A pesar de existir leyes que avalaban las comunidades nativas, sus padres decidieron que era mejor ‘guardar callados’.
“Llegó la hora de pronunciarse porque no teníamos ni tierra a pesar de que existía la Ley 89 de 1980 por la cual tenemos derechos y reconocimientos por ser un resguardo”, dijo.
Luego de tener dos gobernadores que lucharon por el bienestar de los indígenas no lograron mayores resultados.
“La comunidad había elegido ocultamente gobernadores pero nunca fueron reconocidos porque no se pronunciaron tal vez por temor”.
Su labor
En el año de 1991, la comunidad la elige como gobernadora.
“Me eligieron como gobernadora de la hoy comunidad indígena Tama Páez La Gabriela pero que en ese entonces era comunidad indígena Tama Páez corregimiento El Caguán, los hombres tenían mucho peligro para ese tiempo y decidieron que en mi nombre íbamos a luchar”, agregó.
Aunque sabía el riesgo que corría, lo entregó todo por su comunidad.
“Les dije ‘Estoy para servirle a la comunidad y voy hacer lo que Dios me ayude en favor de todos ustedes. Si mi vida corre peligro o llego a encontrar la muerte que sea por un ideal de todos”.
Recuerda que al principio fue difícil asumir el mando, ese que antes había estado en manos de los hombres.
“Fue muy duro arrancando, pero uno de mujer tiene ese carisma y nobleza en el corazón”.
A pesar de sólo haber cursado hasta segundo primaria, tenía conocimiento y experiencias para desenvolver en su nueva función como líder de la comunidad.
“Comprendí la lectura y aunque en mi mente no llevo estudio, puedo trabajar por mi comunidad”, explicó.
Gestiones
Lo primero que hizo como gobernadora fue visitar al alcalde de ese entonces.
“Saque audiencia con el alcalde que en ese año era Luis Alberto Díaz Méndez, me entrevisté con él y nos desconocía, me preguntó desde cuándo era indígena y le dije desde el vientre de mi madre. Mi descendencia fue indígena y ahora veníamos a pedirle colaboración para que nos ayude, vivimos en precarias condiciones y tenemos muchas necesidades”.
El gobernante de turno, le manifestó que para ello, era necesario estar reconocidos como comunidad indígena. Por esta razón, Rosa Virginia viajó junto a cuatro compañeros más a Bogotá.
“Nos atendieron muy bien en el Ministerio del Interior, nos dieron un documentos escrito a máquina donde decía que sí éramos indígenas para llevarlo a la Alcaldía de Neiva y eso hicimos”.
Obtener el reconocimiento fue el primer paso es la lucha que emprendió esta líder.
“Sin el reconocimiento, las entidades de gobierno no pueden incluirnos en proyectos, pero con esfuerzo lo logramos. No podía de la emoción, contarle a mi comunidad que por fin tendríamos un hombre oficial, así que los reuní en la noche, y les conté, al otro día a las 3:00 p.m. fue la posesión y reconocimiento de todos en la Alcaldía”.
Desde ahí nos tuvieron en cuenta. “Fue otra vida para nosotros, eso lo celebramos”.
Con el sabor del ‘Chancuco’, la Chicha y el Mulli (maíz), la comunidad festejó su beneficio.
Los proyectos
Durante su año como gobernadora como lo indica la legislación de la comunidad indígena, logró también algunas tierras.
“Después de varias peticiones nos entregaron en ese mismo años a través de Incora unas tierras. Fue una sorpresa nos reunieron para decirnos que nos entregarían la finca en donde estamos actualmente y todo por haber sido reconocidos”.
Luego de entregar el mando en la comunidad, siguió siendo parte del cabildo indígena.
“En 1997 me nombraron dentro del cabildo, he sido suplente, tesorera en dos años y desde que pueda siempre voy a estar para apoyar a mi comunidad”.
Luego lideró la creación de un jardín botánico
“Seguí liderando un programa para las mujeres porque necesitamos como el jardín botánico. Nos organizamos, colocamos una malla para cercar el terreno y sembramos plantas curativas para tratar nuestras enfermedades pero el verano acabó con todo”.
Ahora, se dedica a tejer en chaquiras bolsos, manillas y collares.
“Vamos a empezar a trabajar la guadua y a recuperar nuestra lengua materna, vamos poco a poco como los niños, ya no tenemos el temor de ser perseguidos y podemos tranquilamente hablar el dialecto”.
Su legado
A sus siete hijos, 20 nietos y tres bisnietos, espera inculcarles la semilla de la lucha y entrega por su comunidad.
“Jesucristo me ha dejado vivir y distinguir hasta mis bisnietos, eso es un regalo.
Actualmente uno de sus hijos, es el gobernador de la comunidad.
A sus 64 años. No le tema al trabajo, aún participa en las mingas y en el trabajo de campo.
“Los ancianos si podemos trabajar, se hacen mingas para la molienda, para recoger caña y sacar panela y nosotras somos las que vamos a cortar”.
Luego de ver a su pueblo salir del anonimato y luchar por mejorar sus condiciones, su mayor anhelo es la prosperidad.
“El sueño es prosperidad para nuestra comunidad, que tengamos proyectos para tener agua y nuestras propias hortalizas y alimentos”, puntualizó.
Rosa Virginia Sandoval comprobó que el liderazgo femenino también da resultados, no sólo logró la identidad para su pueblo, sino tierras, reconocimiento y proyectos productivos para sus coterráneos.
—
* Leydy Sulay Torra es periodista del diario La Nación (Neiva)
—-
Fuente: Diario La Nación: http://www.lanacion.com.co/2011/03/08/la-taitamayor-una-guerrera-de-corazon/
http://servindi.org/actualidad/41072?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed:+Servindi+(Servicio+de+Informaci%C3%B3n+Indigena)