Bolivia: La consulta en el TIPNIS y sus enredos

– El Ejecutivo aventaja en la guerra mediática; los indígenas están ganando la batalla ideológica

Por Ismael Guzmán*

21 de setiembre, 2012.- La resistencia a la post consulta en el Tipnis, podría considerarse como un cambio de escenario de la marcha indígena en defensa de este espacio territorial. Esta acción colectiva de defensa ante la amenaza de una política pública (construcción de una carretera que pretende partir el núcleo del Tipnis), tiene como dos fases correlativas entre sí:

1) una de diplomacia no convencional, expresada a través de un recorrido colectivo hasta la sede de gobierno, en el que involucraron de una u otra manera no solo al conjunto del movimiento indígena, sino también a una buena parte de la sociedad boliviana y, 2) una acción de resistencia activa, con el fin de evitar el ingreso de las brigadas de gobierno a aplicar la consulta.

Al respecto, en una lectura clásica del conflicto, durante la realización de esta primera fase de la marcha, el gobierno pretendió neutralizarla por la vía de la aplicación de la consulta en el Tipnis y para ello desplegó una agresiva y costosa campaña mediática dirigida legitimar ante la opinión pública un mecanismo que efectivamente está constitucionalizado, pero que en este caso particular adolece de deficiencias sustanciales, como el carácter extemporáneo del mismo, la transgresión de principios básicos de los procedimientos propios de los pueblos indígenas consultados, se obvió el condicionamiento de previo consenso establecido en la sentencia constitucional, se sobrepasó las estructuras orgánicas de representación de estos pueblos, entre otros.

La resistencia en el Tipnis, al parecer coloca a la organización indígena en una situación de cierta ventaja, pese al proceso de prebendalización, división y paralelismos que previamente había sufrido. Los resultados de esta resistencia son más tangibles que los de la primera fase en La Paz, puesto que la consulta al momento está paralizada desde el mes anterior y solo fue aplicada en las comunidades del Tipnis más próximas a la zona colonizada y coincidentemente más influidas por el gobierno. Aunque también es cierto que resta saber cuánto tiempo más podrán sostener la resistencia en las condiciones actuales, cuánto pesará la situación de paralelismo en que se encuentra sometida la CIDOB y cuánto pesará la presión sistemática que realiza el gobierno en las comunidades.

Pareciera que esta experiencia de consulta que encara el gobierno, no le está saliendo de acuerdo a lo previsto, puesto que ya inicialmente había tenido que recorrer la fecha de inicio de la post consulta en el Tipnis, luego no fue suficiente el cronograma establecido por ley, y ahora ante la resistencia de una parte de las comunidades y sus organizaciones matrices, se ve forzado a recurrir a la ampliación del plazo con el fin de lograr la conclusión de la misma.

Por tanto, pese a la propaganda triunfalista del gobierno respecto al avance y los resultados de la consulta, estos retrasos, postergaciones y ampliaciones, no dejan de constituir un indicador que dice mucho acerca de las dificultades que el gobierno está afrontando en la aplicación de este mecanismo.

No obstante, los argumentos empleados por el gobierno para justificar la imposibilidad de cumplir la consulta de acuerdo a los cronogramas previstos, resultan tan evanescentes, que no hacen otra cosa que restarle crédito. La manipulación de los dirigentes, la militancia activista de colectivos y Oengés, no cabe en la dimensión de la resistencia en el Tipnis, porque es población de base la que defiende su territorio; insinuar que el éxito de esta resistencia esté vinculado a la presencia de extranjeros, resulta ligero porque los Rambos no existen, lo que hay en Gundonovia es población nativa indignada por el empecinamiento del gobierno en construir la carretera pese al no consentimiento de una buena parte de la sociedad civil.

Lo que vendrá después es aún incierto, se habla de segunda vuelta e incluso de una consulta permanente (¿hasta el convencimiento?), además hay temor a que se reactive la militarización de la zona o se utilice la fuerza policial para imponer la consulta con el fin de lograr el objetivo gubernamental de construir la carretera. De darse esto, continuará la agregación de sufijos y adjetivos a la consulta, ya no solo será postconsulta o consulta de mala fe, sino también reconsulta y hasta consulta impuesta.

Entre las preocupaciones de aquí en adelante respecto a la aplicación de la consulta, hasta donde ésta pudo llegar, está la referida a la transgresión de las premisas propias de los procedimientos propios, que además están muy ligados a la democracia comunitaria, por ejemplo el de las decisiones por consenso, puesto que el gobierno ya adelantó que se decidirá por mayoría, es decir, bajo la lógica cuantitativa, propia de la democracia liberal.

Pero también queda la preocupación por los impactos socioculturales inmediatos y de mediano y largo plazo en las relaciones entre comunarios y entre comunidades al interior del Tipnis, esto como consecuencia de las múltiples acciones del gobierno dirigidas a la aplicación de la consulta. Esta situación, sin duda constituirá un factor desestructurante al interior del sistema de comunidad y el territorio y la organización se verán afectados.

Pocas veces en la historia del país, un gobierno desplegó tanto esfuerzo político y destinó tantos recursos económicos a un conflicto específico. Es probable que el desenlace del conflicto en el Tipnis, se hará esperar aún, e incluso cualquiera sea el resultado final de esta confrontación, su resolución definitiva trascenderá a los resultados de la post consulta. Mientras, el gobierno continuará apostando a la guerra mediática, sin reparar que la contienda es más ideológica.


* Ismael Guzmán es sociólogo del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), con sede en el Beni, Bolivia.

http://servindi.org/actualidad/72993

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