“…estos indios son los pacíficos a los que de continuo se les da guerra, los desnudos que visten a los vestidos, los pobres que enriquecen a los ricos, los hambrientos y sedientos que sustentan y no hartan a todos sus enemigos…” Fray Buenaventura
La clase dominante de nuestro Perú es la perfecta heredera del salvajismo con el que nos oprimió España. Así como para engordar las arcas del Rey Católico, preferían que los barcos se hundieran a mitad de viaje por llevar sobrepeso de oro y plata – que era extraído a costa de diezmar a nuestros originarios, llevados a socavones para exprimirles el sudor y marcando el oro para los conquistadores con la sangre de los condenados -, así de bestias se han comportado hasta el día de hoy quienes han tomado la posta de mandonearnos como han querido estos casi dos siglos de vida Republicana.
Y así como la España colonialista nos vio como fuente de oro y plata, hasta que se encontró oro más barato en Norteamérica, así también Inglaterra industrializada nos prefirió, a partir de la “independencia”, productor de guano y salitre, hasta que encontraron abundante petróleo en regiones más cercanas. Y la clase dominante entregada a los intereses de los ingleses puso el país a su servicio. Y así como se llevó a la muerte a poblaciones enteras para extraer oro y plata para los bolsillos de la Iglesia Católica y el Rey de España, así también se trajeron desde las serranías a gente que trabajara en el recojo del guano y la extracción del salitre para la corona Inglesa y sus bancos usureros. Condiciones inhumanas para el provecho de extranjeros, porque a los mandamases de nuestro país, poco o nada les importa ser socios menores del saqueo de recursos y explotación hasta el asesinato de los trabajadores. Porque en ambos casos, luego de explotar sin misericordia los recursos, dejan mas hambrientos a los pueblos, degradados a la ignominia, en el abandono total, sin ver un centímetro de progreso para los que crean la riqueza. Bastaría darse una vuelta por lo que fueron los socavones coloniales o los pueblos salitreros para ver verdaderos pueblos fantasmas.
Otro ejemplo del carácter criminal de quienes nos han gobernado hasta hoy, es la fiebre del caucho. En menos de 30 años y miles de miles de toneladas extraídas, se comprobó por ejemplo, que en la cuenca del Putumayo, donde existían 50 mil nativos, solo quedaron vivos 10 mil. Se utilizó el método de esclavitud, llevando encadenados a sangre y fuego a comunidades enteras de la selva a trabajar para el bien de un puñado de miserables que se dedicaban a exportar el latex que, como el oro colonial o el salitre en la época de la dependencia económica inglesa, está marcado con la muerte de millones de peruanos. Y luego se encontraron mejores dividendos en plantaciones del árbol del caucho en las colonias inglesas y holandesas del Asia y, como en todos los casos, abandonaron la selva amazónica con los resultados genocidas ya mencionados.
Ya más cerca de la actualidad, nos podemos referir a lo que llamaron la reinserción en la economía mundial. Curiosa manera de llamar al remate de nuestras empresas estratégicas, la destrucción de nuestras pequeñas ramitas de industrias locales, los ingresos sin arancel de productos y alimentos subsidiados, la destrucción de cualquier derecho laboral; todo so pretexto de ser “elegibles” para préstamos internacionales. Era común ver en los primeros años de la dictadura fujimontesinista titulares de emoción que indicaban grandes cantidades de dinero en préstamos para el Perú. Pero estos préstamos ¿para qué eran? Para construir las carreteras que llevaban a los grandes yacimientos minerales del país, que a su vez se entregaron al gran capital a precio de remate de garaje. Entonces, en pocas palabras, le hemos construido con nuestro esfuerzo, endeudándonos una y otra vez, las carreteras para que las trasnacionales se lleven las riquezas del Perú sin pagar un cobre a cambio, excepto algunas migajas para evitar confrontaciones mayores.
Y ahora, luego de habernos creído que el descubrimiento de grandes lotes de gas en el Perú serviría para salir de esta situación de mendicidad que padece más de la mitad de la población, los señorones que nos gobiernan nos vuelven a mostrar su rostro. El gas de Camisea nos cuesta a todos los peruanos que pagamos nuestros recibos de luz durante años, y nos lo abultan por el proyecto mencionado. Así que ni un pendejo empresario puede reclamar inversión importante. Y resulta que ese gas que está en las entrañas de nuestro país ya tiene como destino México. Mientras que nosotros pagamos 12 dólares por balón de gas, otros países productores de la región lo tienen entre dólar y medio y tres dólares como máximo para garantizar que sus pobladores sientan el beneficio. Y es que en vez de asegurar el mercado interno de gas, haciéndolo llegar a todos los rincones del país, se le venderá a industriales del exterior a la sexta parte de lo que le costará a un peruano, negándonos una vez más el desarrollo del país. El gas para el exterior a precio de ganga, desabastecimiento del mercado interno, precios desleales para los industriales locales, generará que ese costo lo paguen los trabajadores como siempre ha sido. El costo de las raterías de la clase dominante combinadas con su falta de sentido patriótico y la inexistencia de un plan de desarrollo que no sea el del dispensario mundial de materias primas y de mano de obra barata, las paga el pueblo trabajador.
La riqueza será la desgracia de los pueblos mientras los que nos dominan continúen haciendo lo narrado. Tendremos Cajamarcas exportadoras de oro y su pueblo tuberculoso. Tendremos Huancavelicas repartiendo energía eléctrica a medio país, pero sus pueblos sin luz eléctrica. Y tendremos Camiseas llenas de gas y sus pueblos cocinando en leña o pagando el doble por un balón de gas. Tendremos una caricatura de país, tendremos a la desgracia saludándonos en la mañana y arropándonos en la noche. Tendremos el hambre de compañía y la palidez en el rostro de los desposeídos como nuevo color de piel. Tendremos un puñado que no trabaja haciéndose ricos, a costa de lo que nos pertenece a todos los que tienen la espalda marcada por el trabajo. Tendremos soledad sobre ruinas y sangre en el trigo, como dice Leon Gieco; tendremos cinco siglos igual.
Este episodio del Gas debe colocar nuestra indignación en sintonía con la organización popular, para recuperar nuestro país y acabar la opresión que sufren las mayorías en favor de un minúsculo grupo y por una sociedad sin clases. Se están llevando el país en nuestra cara una vez más y no debe ser tolerado. Si es necesario ser corderos del sacrificio, que así sea, como decía el maestro Jesús. Y si es necesario ser aventureros arriesgando el pellejo para demostrar nuestras ideas que también así sea, como decía bien el comandante Guevara. Porque aquí que se justifica la revuelta popular, debemos repetir como dijo bien Túpac Amaru: ” aquí solo hay dos culpables, tu por oprimir a mi pueblo y yo por querer liberarlo”. Como decía bien Mariátegui: “son aptos para la libertad todos los pueblos que saben adquirirla”.
HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!